Miembro de Líderes por la Equidad
Ser mujer en cualquier parte del mundo implica enfrentarnos a desventajas para nuestro crecimiento y desarrollo, solo por el hecho de ser mujer. Y estas desventajas son aún mayores para aquellas que viven en zonas rurales.
Según Grade, en las zonas rurales 4 de cada 10 personas son categorizadas como pobres (44%) y 1 de cada 2 mujeres entre 14 y 29 años no tiene ingresos propios y depende económicamente de un hombre (46%). Igualmente, 1 de cada 2 declara que alguna vez ha sufrido de violencia por parte de su pareja (52% -Endes, INEI).
Según la OCDE, las mujeres destinan el 90% de sus ingresos a sus familias y comunidades y la ONU precisa que son fundamentales para las economías del planeta al contribuir a reducir los niveles de pobreza en sus entornos. Está demostrado que cuando las mujeres generan sus propios ingresos económicos, se convierten en agentes de cambio de sus destinos y de sus familias, ya que son capaces de interrumpir la transmisión de la pobreza de una generación a otra al invertir directamente en la salud, educación y nutrición de sus hijos.
La OIT indica que si las mujeres que viven en zonas rurales tuvieran el mismo acceso que los hombres a la tierra, a la educación y los mercados, se podría incrementar la productividad agrícola y reducir entre 100 y 150 millones el número de personas que padecen hambre en el mundo.
Los líderes empresariales responsables comprometidos con la sostenibilidad de nuestro país estamos desafiados a generar oportunidades de desarrollo para las mujeres, que contribuyan a empoderarlas, a culminar sus estudios escolares, a lograr su formación académica, técnica y profesional que les permitan mejorar sus condiciones de vida, lograr sus propios ingresos y acceder a mejores puestos de trabajo. También debemos ser capaces de incorporar indicadores para medir los resultados de un enfoque inclusivo sólido, como por ejemplo la brecha salarial y la brecha en posiciones de liderazgo. Es clave tener una postura y actuación tajantes frente al hostigamiento, acoso y violencia, ya que, si las mujeres siguen siendo víctimas de ella, sufre la economía, el país y la sociedad entera. Es crucial asegurar un trato justo y equitativo para ser sostenibles.
Aportar con soluciones a las problemáticas que las mujeres enfrentan tiene resultados innegables en la calidad de vida de la población, en la competitividad de las empresas y de nuestro país, contribuye a la paz social y a la sostenibilidad que tanto anhelamos. Nos permite construir un mejor Perú: uno más competitivo, inclusivo y próspero.
Estoy convencida de que el empoderamiento de la mujer y la equidad de género son condiciones indispensables para el desarrollo económico y social de nuestro país. Cuando una mujer da un paso adelante, nuestra sociedad avanza, porque el progreso de las mujeres es el progreso de todos.