Escribe: Rómulo Mucho, ministro de Energía y Minas
Sabemos que, a nivel mundial, la demanda de energía eléctrica aumenta a una tasa de crecimiento anual compuesto de 3.5% y la generación de energía eléctrica enfrenta retos permanentes frente al cambio climático. Si a nuestro favor tenemos los avances tecnológicos, entonces podemos enfrentar el reto de garantizar la seguridad energética en un país sensible y vulnerable como el Perú.
Aprovechando las condiciones que tiene nuestro país para generar energía de distintas fuentes, podemos hacer que nuestra matriz energética se diversifique. Entonces aparece otra fuente en resurgimiento que es la energía nuclear, para contribuir a garantizar el abastecimiento de energía eléctrica con beneficios adicionales, como eliminar las emisiones contaminantes, reducir la dependencia energética exterior y producir electricidad de forma constante.
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Durante la COP28 (Dubái, 2023), 22 países de cuatro continentes han suscrito un compromiso para reforzar la energía nuclear y triplicar la potencia instalada hasta el 2050, como una medida efectiva para reducir las emisiones de CO2.
Esto ha constituido un punto de inflexión y un giro importante en el reconocimiento de la tecnología nuclear como una de las soluciones que se han planteado para enfrentar al cambio climático, confirmando además que hay un cambio de actitud desde el accidente de Fukushima en el 2011.
Existen otros factores que facilitan este cambio, y tienen que ver con el desarrollo tecnológico de la energía nuclear, especialmente el surgimiento de los reactores modulares pequeños (SMR) para generar energía eléctrica de manera eficiente y no contaminante en el contexto de la lucha contra el cambio climático.
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Estos equipos son más accesibles por su tamaño, menor complejidad y bajo costo, y sobre todo porque pueden ser prefabricados para instalarse posteriormente en los lugares requeridos, lo que constituye una profunda diferencia con las centrales nucleares tradicionales.
El desarrollo y despliegue de estos pequeños reactores modulares ha llamado la atención de países de América Latina, sobre todo por la posibilidad de aprovechar su modularidad y operatividad para complementar el despliegue cada vez más dinámico de las energías renovables intermitentes.
Pese a ello, la presencia de la energía nuclear en América Latina no es muy extendida. Tres países, Argentina, Brasil y México, poseen centrales nucleares para generación eléctrica, con una capacidad total que apenas alcanza el 1.1% de la capacidad instalada de la región y una producción que bordea el 2% de energía generada.
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Para incorporar la energía nuclear en nuestro país, se requiere contar con el marco legal correspondiente, la institucionalidad, gobernanza y sobre todo, con profesionales debidamente capacitados.
Con el resurgimiento de la energía nuclear para generar electricidad, cada vez más países apuestan por la construcción de nuevas plantas y la continuidad de sus centrales nucleares.
De acuerdo al Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), a diciembre del 2023, se encuentran en construcción 58 plantas en 18 países, entre los que se encuentran China, India, Corea del Sur, Rusia y Turquía. Más países en el mundo son conscientes de los desafíos energéticos y medioambientales que enfrenta el planeta, y ya van comprendiendo que la energía nuclear es una fuente esencial para el presente y futuro.
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