Mónica Acosta
Líder de Marsh Advisory Perú
La gestión de los riesgos parece volverse cada vez más complejo y desafiante, y más crítico para el éxito de una organización y empresa. La aparición de la COVID-19 en el 2020, la segunda ola por la que atravesamos y la espera de mayores lotes de vacuna, nos muestran sobre cómo las empresas deben repensar las estrategias y gestión de riesgos, a fin de fortalecer o desarrollar la resiliencia necesaria para afrontar este entorno volátil.
Durante los últimos 15 años, el Informe de Riesgos Globales del Foro Económico Mundial llevaba tiempo advirtiendo al mundo sobre los peligros de las pandemias. En 2020, vimos los efectos que supone ignorar la preparación e ignorar los riesgos a largo plazo. La pandemia de la COVID-19 no solo se ha cobrado millones de vidas, sino que también ha demostrado que puede traer más amenazas más allá de la salud: pueden poner en peligro el empleo y los medios de vida, estancar las economías, interrumpir las cadenas de suministro y fracturar sociedades.
Hoy más que nunca, se debe pensar la gestión de riesgos como el centro de todo, para ello, los riesgos deben evaluarse desde una nueva perspectiva. El informe de este año, ha detectado que, para los próximos 2 años, se plantea una gran preocupación por la vida y los medios de vida, entre los cuales se cuentan las enfermedades infecciosas, las crisis de empleo y la desigualdad digital.
Por su parte, a mediano plazo (3 a 5 años), el mundo se verá amenazado por los riesgos económicos y tecnológicos con cierta repercusión como como el estallido de burbujas de activos, el derrumbe de las infraestructuras de la tecnología de la información, la inestabilidad de los precios y las crisis de la deuda.
Asimismo, a largo plazo (de 5 a 10 años), las amenazas existenciales incluyen las armas de destrucción masiva, el derrumbe del Estado, la pérdida de biodiversidad y los avances tecnológicos adversos.
En ese contexto, existen vías más adecuadas para gestionar los riesgos e incrementar la capacidad de resiliencia. Para ello, las organizaciones deben adoptar un nuevo enfoque de trabajo y centrarse en aspectos en los que no se había concentrado antes de la pandemia.
Hoy en día la respuesta ante la COVID-19 nos proporciona cuatro oportunidades de gobernanza con las que se puede fortalecer la resiliencia de los países, las empresas y la comunidad internacional:
- Implementar o reforzar las metodologías de Gestión de Riesgos que adopten una visión holística y sistémica de los impactos del riesgo: es importante que se refuercen los ejercicios de evaluación de riesgos desde la verificación del universo de riesgos a analizar o contemplar en los ejercicios de riesgos para incluir aquellos nuevos riesgos o riesgos emergentes que aparecieron o aparecerán debido a los cambios en el modelo de negocio o entorno.
- Invertir en “defensores contra los riesgos” de alto perfil para fomentar el liderazgo nacional y la cooperación internacional, en un contexto donde las tensiones geopolíticas persistente y marcan la pauta para la recuperación mundial.
- Mejorar la comunicación en torno a los riesgos y luchar contra la desinformación, considerando que este último cual ha sido uno de los elementos más presentes durante esta pandemia.
- Explorar nuevas formas de asociación del sector público y privado en materia de prevención de riesgos, así con el objetivo de contar con una estructura sólida que promueva la resiliencia de la economía y sociedad.
Actualmente, las empresas se enfrentan a interrupciones de todos los lados, y se espera que deban afrontar una incertidumbre significativa incluso después de que los efectos de la pandemia se desvanezcan. En ese sentido, es importante que las empresas sigan innovando, y no sólo en el marco de hacer negocios, sino también en cómo protegerlos y anticiparse ante riesgos cada vez más impredecibles y bajo contextos cada vez más inciertos.