Presidente de APESEG
Al diseñar su casa nueva, el arquitecto les preguntará cuántos son en la familia, qué les gusta hacer, y sobre esa información les planteará una propuesta. Al diseñar un sistema de pensiones, no podemos obviar las características de nuestros trabajadores.
La realidad de nuestro mercado laboral nos muestra que no somos iguales. Hay muchos trabajadores informales, independientes con ingresos bajos y volátiles, unos cuantos independientes de ingresos altos, y otro tanto de dependientes.
Los trabajadores de menor preparación transitan entre trabajos formales e informales. Esto exige que el diseño del nuevo sistema de pensiones debe ser muy flexible para recibir aportes de estos trabajadores tan diferentes entre sí.
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Pero, una segunda característica que el nuevo sistema debe ofrecer es una promesa simple de entender. Hoy, eso no sucede. A quien aporta a una AFP se le dijo que su pensión sería alta (respecto de su salario).
Pero eso sólo será si aporta todos los meses, por tanto, todo el riesgo de la rentabilidad quedó en manos del trabajador. Y esto es muy importante porque si esa persona tiene otros activos líquidos, otras formas de financiar su vejez, ese riesgo será tolerable. El problema es que para la mayoría de los peruanos no es así.
No tienen otros activos líquidos con los que financiarán su vejez. Tienen activos no líquidos (la educación de sus hijos y su vivienda).
Entonces, debemos cambiar la promesa y simplificarla. Propongo que a cualquier trabajador que aporte el equivalente a 120 meses, el Estado le ofrezca una garantía de pensión mínima y, si queremos, podemos añadir un segundo piso para hacer lo mismo que hoy ofrece la ONP, y poner una garantía mayor si se aporta el equivalente a 240 meses.
¿Por qué hablo de aportes equivalentes? Porque hemos dicho que no todos los trabajadores reciben mensualmente ingresos del mismo tamaño. Es necesario que se pueda aportar en cualquier momento y monto. Sumarás un aporte mensual equivalente cuando aportes el 10% de una RMV.
La tercera característica del nuevo sistema es que debe ser universal y solidario. Esto es fundamental porque todos llegaremos a viejos.
El propósito principal de la reforma debe ser que todos tengamos una pensión vitalicia que nos dé certeza de ingresos (aunque estos sean bajos) para que pueda evitar la pobreza en esa etapa de nuestras vidas. Para ello, con los impuestos generales extendemos la promesa de Pensión 65 para quienes (estando en pobreza) no pueden contribuir lo suficiente para alcanzar alguna de las garantías de pensión mínima que detallamos arriba.
Si tus aportes hacen que puedas acumular un monto que te dará una pensión por encima de la pensión mínima, genial. La solidaridad no puede venir de los aportes de los trabajadores formales al resto, porque ahí también hay trabajadores con ingresos irregulares, pero mucho mayores. La solidaridad tampoco puede venir de esos formales que contribuyen poco.
Esto sucede hoy con quienes están en ONP y no cumplen con 10 años de aportes y tendrán una pensión de cero soles. Ellos están financiando la pensión del que sí pasó los 10 años. Esto es un mal diseño.
La cuarta característica (aunque suene obvio decirlo) es que el sistema de pensiones debe dar pensiones. Después de la “ley 95.5%”, no hay más pensiones.
Sé que es super impopular decirlo, pero si la reforma no va a tocar esta ley, mejor no hacemos nada. Un sistema de pensiones que no otorga pensiones es una burla como política pública.
Finalmente, el sistema debe ser barato, pero proteger a los ciudadanos de la codicia del Estado. Es claro que se deben profundizar los beneficios de una administración centralizada; sin embargo, no tiene por qué estar en manos del Estado.
La Sunat no es capaz de hacer nada contra las autoridades del sector público que retienen los aportes y no los depositan. Las garantías de pensión mínima no implican depositar en cuentas individuales, es simplemente una deuda contingente del Estado. Si el ciudadano cumple su parte, el Estado hará la suya.
El diseño de una reforma tiene diferentes niveles de generosidad. Seamos prudentes, porque no tenemos los recursos para ser generosos y no queremos tener los problemas de deuda de nuestra región.
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