
Escribe: Luis Mendiola, profesor de los Programas de Finanzas de ESAN Graduate School of Business
(11 de abril del 2025) En los últimos meses el tipo de cambio en Perú, se ha mantenido relativamente estable, pese tensiones comerciales, oscilaciones bursátiles y temores de recesión en EE.UU. Esta aparente calma no es producto del azar ni solo de intervenciones del Banco Central; responde a factores externos que moderan la fortaleza del dólar y fundamentos locales que otorgan credibilidad al sol peruano.
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Uno de los factores clave es el nuevo paquete arancelario de la administración de Donald Trump, que aumentó la incertidumbre al imponer tarifas de hasta 34% a productos de China, Europa y otras economías. La tensión creció aún más cuando EE. UU. subió esos aranceles a un 104% sobre bienes chinos, en respuesta a las medidas de represalia de China, que igualó los aranceles y restringió exportaciones clave. Pekín ya anunció que responderá con firmeza y está dispuesto a “luchar hasta el final”, lo que eleva los riesgos globales y podría desatar más volatilidad en los mercados financieros.
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A pesar de todo, el dólar no subió de inmediato. El índice DXY bajó un poco y las tasas de los bonos del Tesoro muestran que hay más demanda por seguridad, pero también un mayor riesgo de recesión. Goldman Sachs y otros bancos estiman esa posibilidad entre 50% y 60%, lo que abriría la puerta a que la Fed baje las tasas en el segundo semestre, debilitando aún más al dólar. Al mismo tiempo, la caída del cobre y el petróleo, por menores expectativas de demanda global, sugiere que los riesgos se concentran en las economías avanzadas, no en los países exportadores con buenos fundamentos.
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Respecto a fundamentos locales, Perú destaca como una economía emergente estables, con inflación desacelerada a 1.3% interanual y expectativas a doce meses en 2.3%, el crecimiento del primer trimestre sería de 4%, impulsado por recuperación del consumo e inversión. Las reservas internacionales superan US$ 80 mil millones y la balanza comercial se mantiene superavitaria, apoyada por exportaciones mineras aún positivas. De mantenerse estas condiciones, es probable que el BCR mantenga la tasa de referencia en 4.75% hasta que exista mayor claridad sobre los impactos potenciales de estos nuevos aranceles estadounidenses.
Con esta información sobre la mesa, ¿qué podría suceder en mayo? Se plantean tres escenarios.
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Escenario base (S/ 3.69 – 3.73): caracterizado por un dólar estructuralmente débil, moderadas expectativas de crecimiento en EE. UU. y estabilidad local sin sobresaltos inflacionarios o fiscales. Las entradas de divisas, estabilidad de tasas reales y credibilidad institucional sostienen niveles observados en marzo y abril, posiblemente extendiéndose más allá de mayo.
Escenario optimista (S/ 3.66 – 3.69): mayor flujo de capital hacia monedas emergentes estables. Señales explícitas de recorte de tasas por parte de la Fed o contención en la guerra comercial atraerían inversionistas hacia economías con inflación controlada y riesgo político limitado, perfil que Perú cumple precisamente. Este escenario también se beneficiaría de una recuperación del cobre y estabilidad en la demanda asiática.
Escenario pesimista (S/ 3.74 – 3.77): de duración breve pero asociado a episodios intensos de aversión al riesgo (caídas abruptas en bolsas o nuevas represalias comerciales) generando una cobertura temporal en dólares. Sin embargo, por la solidez local y margen del BCR, una depreciación sostenida es improbable, limitándose a intervenciones puntuales que contengan volatilidad.
El mercado cambiario en Perú envía una señal clara: pese a la turbulencia global, los fundamentos locales favorecen la estabilidad e incluso una leve apreciación del sol frente al dólar. Apostar por escenarios base u optimista no es un deseo, sino una lectura realista del contexto. Ignorar esta dinámica podría llevar a sobreestimar riesgos que, aunque notorios, no han logrado alterar el equilibrio estructural de la economía peruana. El momento requiere cautela, pero también decisión, especialmente ante la necesidad de adaptarse con agilidad frente a estos desafíos externos crecientes.