
¿Por qué Keiko Fujimori ha decidido oficializar su candidatura a la Presidencia de la República en Trujillo? Las verdaderas razones las saben ella y su entorno, pero se pueden lanzar algunas especulaciones.
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El norte es un bolsón electoral que, en los últimos procesos, ha sido aprovechado mayoritariamente por APP, Fuerza Popular y Somos Perú. La Libertad ha sido el centro neurálgico de esa influencia, en manos de APP desde que César Acuña le arrebató la Alcaldía de Trujillo al Apra, iniciando así el proceso de demolición del llamado “sólido norte”.

Hoy, el poder y la influencia de APP en La Libertad se han visto debilitados por el desgaste de años de manejo político, la cuestionada gestión en el gobierno regional, las investigaciones por presuntas irregularidades en el uso de los recursos del gobierno subnacional, el crecimiento exponencial de la delincuencia en la región y la incapacidad para enfrentarla, así como por la notoria cercanía de APP con la gestión de Dina Boluarte.
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En una situación así, quizás se busca tratar de constituirse en la más importante alternativa electoral, buscando ganarle la posición a Somos Perú y a otros rivales políticos, arrebatándole así al mayor competidor en el interior del país, su bastión más preciado. Que Fuerza Popular le gane La Libertad a APP, lo cual es solo una especulación ahora, sería hacerle a Acuña lo que él hizo con Alan García.
Por otro lado, ganar La Libertad puede tener varios efectos positivos: ayuda a recuperar Piura, impulsa las candidaturas en Lambayeque y permite obtener más escaños de senadores y diputados en una macroregión muy importante. El norte mantiene una posición mayoritariamente de centroderecha y una fuerte influencia empresarial.
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Y, por otra parte, un buen resultado en el norte, y sobre todo en La Libertad, ayudaría a compensar lo que se pueda perder en el sur, macroregión a la que le va a ser muy difícil ingresar al fujimorismo, y más difícil, todavía, ganar. Una buena cantidad de votos en el norte, y una buena porción de Lima, coloca a cualquier candidatura en una posición expectante.
Y, finalmente, La Libertad en general, y Trujillo en particular, es una muy buena plaza para lanzar un discurso y algunas promesas de lucha contra la delincuencia. La región que alberga a la mayor cantidad de organizaciones criminales, desde donde se expandió la extorsión, y que se ha convertido en la más peligrosa del país, debe estar deseosa de captar la atención de los candidatos para enfrentar ese flagelo, después de las gestiones que no han podido hacer nada para hacer retroceder al crimen organizado.
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Claro, esto que quizás está pensando el fujimorismo también lo están pensando otros partidos políticos y otros candidatos. Por lo que el fujimorismo no la va a tener fácil.
Un primer problema es que la plancha de Keiko resulta bastante limeña, sin presencia provinciana. Siempre se puede decir que se ha buscado los mejores candidatos al Parlamento, pero no es una buena señal no confiar en algún candidato regional en la plancha.
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Al ver los nombres para las candidaturas a todo nivel, se puede interpretar que Fuerza Popular ha buscado aglutinar a todo el fujimorismo para esta campaña, tanto a los albertistas fundadores (lo cual prolonga la presencia política de Alberto Fujimori), a los keikistas, y seguramente a los kenyistas. Cerrar filas para recuperar el núcleo duro y tratar de mostrar una solidez frente a sus competidores.
Otro tema que puede jugar en contra es la pesada mochila que se carga por la actuación de la bancada de Fuerza Popular en el Congreso y en la relación con la gestión de Dina Boluarte, a la que le dieron todo el soporte, los permisos para viajar, y la apoyaron para que se libre de varias acusaciones constitucionales.
Y, como tema adicional, no es fácil cargar con la pesada cruz de presentarse a una cuarta postulación después de haber perdido las tres anteriores, y ser etiquetada como una candidata que pierde y que no reconoce su derrota.
Esto último es un claro/oscuro. No debe haber sido una decisión fácil el presentarse a esta cuarta candidatura, y seguramente por obligación. Fuerza Popular no tiene otra persona, un liderazgo alternativo que pueda ser la locomotora que le de tracción a la campaña para lograr una victoria o una posición decorosa con una bancada determinante o, por lo menos, influyente.
No va a ser fácil esta campaña para Keiko Fujimori y para el fujimorismo, pero empezarla en Trujillo puede romper fuegos de una manera diferente, tratando de desmarcarse de su aliado en la Mesa Directiva del Congreso y en el soporte a Dina Boluarte.






