Escribe: Carlos E. Paredes, economista, socio de Intelfin y docente de la Universidad Continental
(12 de septiembre del 2024) 1. A mediados de mayo, el ahora renunciante directorio de Petroperú emitió un comunicado en el que dio cuenta de la situación crítica en que había encontrado a la empresa. En él se delinearon las tres opciones existentes frente a la crisis de la empresa. Tras calificar de irresponsable e inmoral solicitar mayor financiamiento del Estado para hacer más de lo mismo (la primera de las tres opciones), solo restaban dos alternativas razonables. La primera era llevar a la empresa a su liquidación ordenada; la segunda, fortalecer financieramente a la empresa a la vez que se cambiaba de manera radical su gobernanza y gestión. Para esto resultaba indispensable traer prácticas privadas de gestión empresarial a Petroperú.
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2. El directorio presidido por el Sr. Stark recomendó la última de estas opciones y trabajó para que esta se pudiese materializar, pero no encontró eco en el Gobierno. Este último parece inclinarse por la opción de “más de lo mismo” y, peor aún, con “más de los mismos”. Y, como era predecible, la pita se rompió por el punto más débil: Stark y los otros directores optaron por renunciar.
3. La renuncia del Directorio de Petroperú no es una sorpresa para nadie. Los directores habían tomado un riesgo muy grande cuando hace dos semanas pecharon al Gobierno exponiendo la situación real de la empresa y le exigieron una decisión al respecto. Tras rumores iniciales en el sentido de que el Gobierno le habría bajado el dedo al directorio, siguió un desmentido ministerial, pero luego el silencio … y la inacción durante más de 10 días. Recordemos que también se peca por omisión y que, a veces, la omisión puede convertirse en complicidad. Me parece que esta es una de esas veces y no tengo duda que el costo será muy grande. Lo pagaremos todos o, mejor dicho, ya lo estamos pagando todos.
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4. El sobreendeudamiento y la crisis financiera y organizacional que enfrenta Petroperú tampoco es novedad, como tampoco lo es su débil gobierno corporativo y falta de transparencia. La construcción de la nueva Refinería de Talara fue el detonante de la crisis financiera –destruyó todo el valor de la empresa– pero esta no es la única causa. Al respecto, es importante preguntarnos, ¿por qué Petroperú acometió un proyecto que la terminó poniendo de rodillas? ¿Por qué inflaron artificialmente la supuesta rentabilidad de la refinería? ¿Por qué se ejecutó tan deficientemente y con tantos sobrecostos? ¿Por qué hasta hace poco se nos mintió sobre el estado operativo de la misma? Las respuestas a estas preguntas apuntan a la misma causa: falta de buen gobierno corporativo y ausencia de un dueño que actúe como tal. ¡Lo estamos reviviendo nuevamente esta semana!
5. Inyectar más capital, por sí solo, no resolverá los problemas de Petroperú. La solución requiere abordar las verdaderas causas: el débil gobierno corporativo, la injerencia política y la falta de transparencia. Los aportes del Estado hasta el momento solo han tratado de llenar un barril sin fondo. Y lo han hecho a costa de dejar atender las verdaderas necesidades de los peruanos: salud, educación, seguridad ciudadana, justicia y un largo etcétera.
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6. La intermitente injerencia política en Petroperú ha sido un grave problema desde que esta empresa se constituyó hace más de 50 años (fijación de precios, nombramientos políticos, inversiones ineficientes); el comportamiento actual del Gobierno nos está dando un nuevo ejemplo de este mal. Las recientes declaraciones del Gobierno en el sentido de que resulta necesario hacer algunos ajustes en la gerencia de Petroperú son sencillamente increíbles. ¿Acaso no es este un rol del directorio? Esta injerencia mal dirigida, al punto de buscar imponer un gerente político, habría desembocado en la renuncia del directorio en pleno. La injerencia política no resuelve los problemas de nuestras empresas públicas; más bien los agrava, tal como lo muestra el caso de Petroperú.
7. ¿Qué hacer? La salida menos costosa es reestructurar a fondo Petroperú. Dicho proceso debería ser gestionado por una empresa especializada de talla internacional que sanee e introduzca una gestión de excelencia en Petroperú. Esto permitiría incorporar capital privado a la misma al final del proceso. Es una tarea titánica para la cual se requiere el apoyo total del gobierno y de la clase política del país. De lograrse, Petroperú se encaminaría finalmente a convertirse en una empresa de capital mixto con un gobierno corporativo que asegure la viabilidad de la empresa en el mediano y largo plazo, tal como lo prevé la Ley 30130 del 2013 (la que autorizó la ejecución de la refinería). Si no se cuenta con el requerido apoyo político y financiero, entonces la única opción razonable que queda es la liquidación ordenada de Petroperú e internalizar las multimillonarias pérdidas que esta aventura empresarial estatal nos ha causado. Sin embargo, la opción de dar más de nuestro dinero para hacer más de lo mismo y, peor aún, con los mismos de siempre, es claramente la peor de todas. No solo es la más costosa, sino que además resulta inmoral.
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