
Escribe: Jorge Beingolea, director de Soluciones de Portafolio de Credicorp Capital Asset Management
(2 de julio del 2025) El recrudecimiento observado durante junio en el conflicto en Medio Oriente, con Israel y EE. UU. bombardeando instalaciones militares y nucleares de Irán, y este último, a su vez, respondiendo con bombardeos sobre territorio israelí y una base militar estadounidense en Catar, generó un impacto sustancial, pero efímero en el precio del petróleo. Si bien el precio de la referencia WTI subió 23 % (de US$ 61 a US$ 75 por barril) durante la primera mitad del mes, luego cayó 13 % para estabilizarse en niveles solo levemente superiores a los observados durante abril y mayo (US$ 66 por barril) después de la tregua negociada.
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Por su parte, las acciones globales no se vieron perjudicadas, subiendo 4 % en el mes, con el VIX (el “índice del miedo” para la bolsa de EE. UU.) cerrando el mes en un nivel inferior al de mayo. ¿Qué nos pueden estar diciendo estos movimientos sobre la actividad económica y el desempeño futuro de los activos globales?
¿Por qué el mercado no reaccionó?
Primero, la rápida moderación del precio del petróleo sugiere que los inversionistas ven las disrupciones en este mercado ocasionadas por riesgo geopolítico como algo pasajero y no estructural. Para pasar a ser algo más persistente, sería necesario que se le asigne una probabilidad significativa a un intento de Irán por cerrar el Estrecho de Ormuz, por el cual fluye el 25 % de la oferta de petróleo mundial.
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Esto parece poco probable, dado que iría en contra de sus propios intereses económicos: el íntegro del petróleo que Irán exporta a China —90 % del total de sus exportaciones de crudo— pasa por ahí. Asimismo, un acto de ese tipo casi con seguridad provocaría una severa respuesta no solo de EE. UU., sino también de sus aliados en el Golfo Pérsico para desbloquear el estrecho, lo cual haría cualquier disrupción al tránsito de buques cargueros algo de corto plazo.
¿Qué sostendría el precio en adelante?
En ese sentido, el precio del petróleo probablemente se determinará en base a la dinámica estructural de la oferta y la demanda. Nuestro escenario base, en el que EE. UU. y la economía mundial se desaceleran pero evitan una recesión, nos sugiere que, si bien no alcanzará niveles estelares, la demanda por petróleo se debería sostener en base a la debilidad coyuntural del dólar, el estímulo fiscal que se implementará en EE. UU. con la aprobación del plan presupuestal de Donald Trump, y el estímulo monetario y fiscal que ya viene siendo implementado en Europa y China.
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Por su parte, la oferta se sostendría por el intento de la OPEP de recuperar al menos parcialmente la participación de mercado que ha perdido en los últimos 20 años (ha caído del 50 % en 2005 al 40 % en 2025); no obstante, este aumento en la oferta de la OPEP probablemente no será muy agresivo, dado que necesita mantener el precio al menos cerca del que les permite a sus miembros alcanzar un balance fiscal neutro. De esta forma, creemos que el precio del petróleo oscilaría en un rango entre US$ 65 y US$ 75 por barril durante los próximos meses.
¿Y qué dice esto de los activos globales?
Por último, la poca sensibilidad de las acciones globales al impacto del riesgo geopolítico sobre el precio del petróleo puede responder a la menor dependencia de la economía global de esta materia prima: desde 1980, el PBI global ha crecido 250 %, mientras que la producción global de petróleo solamente ha crecido 23 %. En particular, a diferencia de lo que sucedía hasta 2020, EE. UU. es ahora un exportador neto de petróleo; así, la principal economía del mundo es, en gran medida, inmune a lo que suceda con el suministro de petróleo proveniente de Medio Oriente. De esta forma, hipos en el precio del petróleo por riesgo geopolítico pueden significar una oportunidad táctica de inversión hacia adelante.