Escriben: Carlos E. Paredes, socio de Intelfin y Simone Pisu, consultor asociado de Intelfin.
1. Perú es una potencia pesquera mundial. No cabe duda de que nuestro mar, rico y generoso, nos coloca en un lugar privilegiado. Pero cuando uno mira con detenimiento, el sector pesquero parece estar atrapado en el tiempo, arrastrando viejos problemas que no logramos superar aún. Es como si estuviéramos en una película que ya hemos visto, una y otra vez. La dualidad del sector, la informalidad, la ilegalidad, la conflictividad, la falta de gobernabilidad, y la desconfianza que permea en todos los niveles, siguen describiendo nuestra realidad pesquera.
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2. Hablemos claro: en la pesca peruana coexisten dos mundos que parecen ir en direcciones opuestas. De un lado, está la flota industrial formal que, bajo un marco regulatorio y de supervisión sensato, genera riqueza de manera sostenible. Del otro, está la flota artesanal, predominantemente informal y con una muy baja rentabilidad debido, entre otros factores, a su crecimiento descontrolado e ilegal. Esta flota, aunque abastece cerca del 80% de los recursos frescos que comemos, lo hace sin la necesaria regulación y supervisión estatal, por lo que muchos de los pescadores artesanales viven en la precariedad.
3. La naturaleza de la actividad pesquera la hace propensa a sufrir la “tragedia de los comunes”, en que la explotación desmedida del recurso –por la búsqueda de mayores ingresos en el corto plazo– termina empobreciendo a todos. Si bien en el sector industrial, el marco normativo (régimen de acceso cerrado) y la supervisión efectiva de la actividad han logrado mitigar adecuadamente este riesgo, la pesca artesanal viene sufriendo los estragos de esta tragedia. Y mientras esto ocurre, la respuesta del Estado es insuficiente e, incluso, complaciente.
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4. La gestión del sector pesquero peruano es un reflejo de lo que ocurre en muchos otros ámbitos del país. La alta rotación de funcionarios en el Ministerio de la Producción y en los gobiernos regionales es alarmante. Muchas veces los cambios de autoridades llevan a que se dejen proyectos y políticas a medio camino. ¿Cómo podemos esperar resultados diferentes si seguimos haciendo lo mismo? Es urgente que el Estado logre fijar reglas sensatas y sostenidas en el tiempo. Reglas que se cumplan y que no cambien con los frecuentes cambios de autoridades.
5. El que muchas de las normas no se cumplan en la práctica, debido a la falta de una adecuada supervisión y fiscalización, solo alimenta la desconfianza entre los actores del sector. Si el que incumple no es adecuadamente sancionado, ¿Cómo podemos esperar que los pescadores, tanto industriales como artesanales, sigan reglas que implican costos para ellos? El Estado debe liderar con seriedad y transparencia, no con parches y decisiones a corto plazo. Con información accesible y clara podremos construir confianza y evitar los conflictos que tanto daño nos hacen.
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6. A pesar de los problemas existentes, es necesario resaltar iniciativas que han dado buenos resultados. el Imarpe ha sido un pilar en la investigación científica y monitoreo de los recursos marinos, brindando datos cruciales para la gestión pesquera, sobre todo de la anchoveta. Por otro lado, las cuotas individuales de pesca, introducidas con éxito en las pesquerías de merluza y de anchoveta, han demostrado ser una herramienta efectiva para asegurar la sostenibilidad y fomentar la eficiencia. Asimismo, en algunos casos, la colaboración entre el Estado y las comunidades costeras ha llevado a resultados muy positivos, como en el caso de San Juan de Marcona.
7. Existe un interés real en mejorar el sector. Por ejemplo, hace poco el Foro para la Pesca y Acuicultura Sostenibles (FPAS), un espacio que convoca a distintos actores –industriales, artesanales, academia y sector público– para discutir y proponer soluciones a los problemas del sector desde hace más de 10 años, sostuvo su reunión número 67, para discutir una hoja de ruta para la pesca elaborada de manera participativa a lo largo de muchos meses de trabajo. Asimismo, diversas ONG y empresas han colaborado a lo largo de los años con las autoridades en diversas materias, desde el monitoreo de recursos, pasando por esfuerzos para dar trazabilidad a las pesca, hasta el análisis y discusión de opciones de políticas.
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8. El gran desafío del sector pesquero es encontrar un equilibrio entre sostenibilidad, la eficiencia y la equidad. No se trata solo de generar riqueza, sino de hacerlo asegurando la sostenibilidad de nuestros recursos hidrobiológicos y asignando un mayor esfuerzo del Estado a enfrentar la problemática del sector artesanal y a combatir actividades ilegales. Para lograr ese equilibrio, necesitamos un Estado que sea capaz de fijar reglas claras y de actores privados que vean más allá de sus intereses de corto plazo y asuman un rol de liderazgo sectorial, no solo “billeterial”. El futuro de nuestro sector pesquero está en juego, y con él, el bienestar de miles de peruanos que dependen de esta actividad.
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