Escribe: Jaime Dupuy, director ejecutivo de ComexPerú
La frase “vale un Perú” es sinónimo de riqueza extraordinaria, según el Diccionario de la lengua española. Alude a las minas de oro y plata encontradas por los españoles en nuestro país.
Y esa riqueza natural sigue más vigente que nunca. Tenemos un clima bendito que posibilita una actividad agrícola y pesquera de clase mundial, y que facilita la disponibilidad de alimentos para todos los peruanos. Recursos que habilitan industrias extractivas importantes, desarrolladas por empresas nacionales y extranjeras de renombre. Un patrimonio cultural riquísimo que nos posiciona como un referente turístico global. Muchas industrias de diversos sectores que han logrado posicionarse por su innovación, calidad y tecnología. Y ni que hablar de la gastronomía. Hoy, varios de los mejores restaurantes del mundo son peruanos.
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Pero eso que está ahí no lo terminamos de apreciar en su real magnitud. Hace poco me encontré con un video en redes sociales donde un ciudadano cubano hablaba maravillas de su visita al Cusco. Si bien muchos comentarios fueron positivos, no eran pocos los que lo desmentían o que le restaban valor por referirse solo a Cusco. “Si hubiera venido a Lima no opinaría igual” aparecía como el comentario más generalizado de los detractores.
¿Qué hace que uno no sienta orgullo cuando ve este tipo de videos y que la primera reacción sea la crítica? Sin duda que el Perú es un país en vías de desarrollo, con muchas falencias institucionales y brechas por cerrar, pero con un potencial enorme, principalmente por su gente.
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Lo vemos cuando al pasear por la calle, puesta nuestra camiseta en la previa de un partido de la selección, sentimos el saludo de la bocina del carro al pasar, o la mirada cómplice del compatriota que pasa a nuestro costado. Cuando sentimos ese orgullo innato al oír a alguien hablar de la riqueza de nuestra comida y cultura. Cuando se elige a Machu Picchu como maravilla mundial. Cuando organizamos los Panamericanos. O cuando, ante la ocurrencia de un desastre natural, nos embarga un sentimiento de confraternidad que regala imágenes conmovedoras de muestras de solidaridad.
Y es que a pesar de los niveles altos de desconfianza y de volatilidad política, hay un sentimiento de Patria latente que nos mueve como país en el día a día.
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Por eso es tan importante que el país aproveche esas “ventanas de oportunidad” que permiten construir objetivos comunes que nos ayuden a prosperar. En su momento fue el TLC con EE.UU., hoy es APEC y más adelante será la OCDE. Espacios que nos ponen en vitrina del mundo y que habilitan el diseño de una agenda país con el objetivo de generar mejor institucionalidad y mayor desarrollo económico, en beneficio de todos los peruanos.
En estos grandes eventos que se darán en los próximos días por APEC, y en el marco del anunciado relanzamiento de nuestra marca país, que el “vale un Perú” renazca y resuene por todo lo alto en todo el mundo. De todos nosotros depende que mañana sea mejor.
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