Director general de Centrum PUCP
Mientras crecen las críticas globales hacia el ESG, en Perú las empresas enfrentan el reto de equilibrar la sostenibilidad con una realidad local donde existe informalidad y serios conflictos sociales.
En julio del 2023, Larry Fink, presidente de Blackrock, la compañía gestora de activos más grande del mundo, anunció que dejaría de utilizar el término “ESG”, definido como ambiental, social y de gobernanza, para describir el enfoque de inversión de una empresa, pues consideraba que el concepto respondía a una cuestión política. Y aunque el concepto ESG ha ganado aceptación global en las últimas décadas, tras el anuncio, creció el rechazo y las críticas hacia las inversiones con un enfoque social y ambiental, lo que abrió interrogantes sobre su relevancia actual.
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En Perú, nuestra economía depende de sectores extractivos como la minería y los hidrocarburos, por lo que la evolución del ESG ha tenido implicaciones importantes para la sostenibilidad. En un país con desafíos sociales y ambientales profundos, desde conflictos mineros hasta incendios y deforestación en la Amazonía como los que vivimos recientemente, muchos se cuestionan si las empresas realmente se sienten comprometidas con estos principios o si son utilizados únicamente como estrategias de marketing.
Haciendo reflexión, el concepto ESG, que agrupa factores ambientales como reducir las emisiones de carbono con temas sociales como equidad o justicia, puede parecer demasiado amplio de abarcar. Esta complejidad puede generar escepticismo en el sector empresarial peruano, que tiene que hacer malabares entre cumplir con las demandas y tendencias internacionales y la realidad local peruana, donde la informalidad y la inflación complican la adopción de medidas sostenibles. Sin embargo, debemos reconocer el esfuerzo de algunas empresas mineras que han incorporado prácticas sostenibles, conscientes de la creciente demanda extranjera por políticas que mitiguen el impacto ambiental. De manera similar, en el aspecto social, conceptos como diversidad e igualdad han ganado terreno, aunque falta camino por recorrer.
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Por tanto, ¿estamos en un punto de inflexión con respecto al ESG? Tal vez. Lo cierto es que aquellas empresas que encuentren un equilibrio entre el desempeño financiero, la responsabilidad social y ambiental estarán en una mejor posición para responder a su grupo de partes interesadas, que, en nuestra realidad, busca más transparencia y compromiso real.
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