Escribe: Enrique Castillo, periodista.
Como era previsible, luego de una semana de suma agitación, tensión, y abundante información sobre la situación en Venezuela, las cosas vuelven a la “normalidad”, y mientras Maduro, con apoyo ruso y chino, logra ganar tiempo y que la presión internacional se relativice, volvemos a nuestro consumo diario de la “realidad” nacional.
Una realidad que nos saca de “La Noche” y nos lleva al pedido de prisión preventiva para Nicanor Boluarte, o a los “jales” de Podemos, a las normas que deterioran la calidad educativa, a Toledo y un nuevo pedido de prisión preventiva, a la discusión sobre la vigencia o anulación de la pensión vitalicia a Alberto Fujimori, y a otros más. Todo esto matizado con la obtención de una histórica medalla olímpica de bronce que, para no perder la costumbre y para hacer honor a aquello de que el peor enemigo de un peruano es otro peruano, hay sectores que la cuestionan por el nivel socioeconómico del ganador y por su posición política expresada en redes sociales.
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En el escenario obviamente siempre está la lucha política contra el Gobierno, el Congreso, los organismos electorales, y el enfrentamiento entre los fujimoristas y los antifujimoristas, los caviares y los anticaviares, la derecha y la izquierda, y todas las demás peleas que se han multiplicado en los últimos meses, sino años.
Quizás por esto, el tema de la pensión de Alberto Fujimori es el que despierta mayor curiosidad y plantea varias interrogantes. ¿Por qué embarcarse en una “causa” que va a echar más leña al fuego del antifujimorismo? ¿Por qué hacer que el poder del Estado más odiado del país le “haga un favor” a uno de los personajes políticos y a la agrupación partidaria más cuestionados del Perú? ¿Por qué provocar que especialistas y juristas de todas las tendencias políticas e ideológicas salgan a rechazar esa pensión considerándola ilegal? ¿Por qué hacer que la población perciba y sienta que los partidos dominantes en el Congreso (FP y APP) son capaces de hacer lo que quieren con tal de hacerse favores mutuamente?
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Interpretaciones a favor y en contra siempre van a haber. Posiciones partidarias y personales a favor y en contra también habrá. Pero lo cierto es que este tema es muy sensible políticamente y no abona en favor de quienes buscan la candidatura del beneficiario de la pensión, ni mucho menos en favor de la agrupación naranja.
El problema para los que en el Congreso y en el partido respaldan este pedido es que si se mantiene la pensión será un flanco rentable en una campaña política. Y si, como ha dicho el cuestionado presidente del Congreso, puede ser anulado, será también una derrota para los naranjas que les será enrostrada en toda la campaña electoral.
¿Pueden los estrategas de Fuerza Popular cometer un error de esta naturaleza en un momento tan complicado, en donde la percepción de una alianza oficialista sólida entre FP-APP-Dina Boluarte es tan fuerte?
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En los últimos meses se están cometiendo varios errores de esta naturaleza, es decir, en torno a decisiones controvertidas que pueden pasar factura al momento de una elección.
Fuerza Popular no es ajeno a esto. El lanzamiento de la candidatura de Alberto Fujimori, la cantidad de cambios constitucionales, su buen trato con Dina Boluarte, etc., pueden ser una lista de reclamos en lo posterior.
Alianza para el Progreso está arriesgando bastante en su cercanía con el Gobierno, en su participación en la Mesa Directiva del Congreso a través de Eduardo Salhuana, en los informes emitidos en favor de la pensión a Alberto Fujimori, en las decisiones y dichos del ministro de Salud, en su activa participación en el gobierno a través de personas y militantes que son puestos en evidencia en los dominicales televisivos.
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Las bancadas de derecha en el Congreso tratan de convencer a la población de que este Gobierno es la continuidad política y electoral de Pedro Castillo, pero su comportamiento y cercanía al Gobierno, en cualquiera de las modalidades, hacen que exista un muy largo trecho entre lo que ellos dicen y lo que la población percibe y de lo que se convence. La participación y cercanía de Perú Libre con ellos y en la Mesa Directiva del Congreso pone en cuestión cualquier argumento de la distancia que, según ellos, separa a sus bancadas del gobierno.
Las cuestionadas leyes que se aprueban en el Congreso y se promulgan o no se observan por el Ejecutivo, también están dejando huella digital de sus autores y/o promotores, y casi siempre apuntan a las bancadas de derecha o aliadas del Gobierno.
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Y pasa lo mismo con muchos comportamientos de políticos y partidos de derecha que hablan de unión y generosidad, pero que a la hora de la hora se muestran como los “legítimos” aspirantes a la presidencia de la República en una elección que nos puede llevar a marcar no una hoja, sino un pliego.
Estos errores, que van a ser enrostrados en la campaña, le dan ventaja a quienes están tratando de pescar a río revuelto. A quiénes, imposibilitados ahora de postular, tratan de revertir la situación a través de la presión de la opinión pública o de las encuestas; o a quienes con un discurso de oposición radical, que suena “convincente”, o que suena “popular”, se muestran como los verdaderos opositores y “reformadores” de la política peruana.
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