
Escribe: Eduardo A. Jiménez Sánchez, Jefe del Sistema de Información de Macroconsult
Agosto nos trae la necesidad de evaluar el desempeño del año en curso y de comenzar a planificar el siguiente. En este punto, comienzan a surgir preguntas clave: ¿el año 2026 será igual que este 2025? ¿La economía crecerá al mismo ritmo? ¿Qué resultados nos traerán las elecciones presidenciales? ¿Seguirá agravándose la inseguridad ciudadana y afectará el desempeño de los negocios? ¿Seguirá Donald Trump imponiendo aranceles a todos los países del mundo? ¿Podrían agravarse los conflictos entre países que ya estamos viendo? ¿Podrían surgir otros?
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El escenario base
Podemos asumir que el entorno económico será similar al de este 2025, con una economía peruana creciendo alrededor de 3%, con los sectores de demanda (comercio, construcción, servicios) siendo el soporte principal de ese buen desempeño. Sin embargo, no debemos dejar de evaluar los riesgos que nos trae el próximo año.
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Elecciones: muchas opciones, baja representatividad
Quizá el factor que más preocupa son las elecciones. De momento, hay 43 partidos inscritos y las iniciativas para formar alianzas son mínimas (cinco presentaron inscripción ante el JNE). Por tanto, no podemos descartar que el número de agrupaciones entre las que debamos elegir siga siendo importante, lo que hace probable que las organizaciones políticas que pasen a segunda vuelta lo hagan con una votación diminuta, incluso por debajo de la obtenida por los candidatos en el 2021. ¿Qué moverá el voto? Justamente, lo anterior genera toda la incertidumbre respecto del proceso electoral. Todos los partidos tienen posibilidades de pasar a esa segunda vuelta y todos apuestan a ello.

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¿Qué variables estarán detrás del voto de los peruanos? ¿Las propuestas sobre seguridad ciudadana serán un factor clave? ¿El voto antisistema seguirá moviendo masas a favor de candidatos radicales? ¿Ese radicalismo sería de derecha, de izquierda o, simplemente, se moverá “por el deseo de la gente”? Estas son preguntas bastante más difíciles de contestar y que solo se aclararán a medida que avance la campaña.
Inseguridad: un riesgo cada vez más cercano
El otro riesgo importante al que nos estamos enfrentando los peruanos, pero particularmente aquellos que viven en algunas regiones y en la periferia de Lima, es la creciente inseguridad ciudadana. Las cifras son contundentes: las denuncias por extorsión y asaltos violentos vienen creciendo a un ritmo muy alto en los últimos meses y, en algunos casos, ya están afectando el desempeño de negocios más pequeños, en particular bodegas.
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El INEI muestra que en el cuarto trimestre del año pasado y el primero de este el número de negocios cerrados es anormalmente alto. Y, como parece obvio, la situación económica no sería la principal razón detrás de estas cifras. La pregunta inevitable es: ¿está nuestra policía preparada para enfrentar un desafío de tal magnitud? El nivel de sofisticación de los grupos criminales parece cada vez más alto y luchar contra ese flagelo no será cosa sencilla, por lo menos en el corto plazo.
Incertidumbre global
Por desgracia, los riesgos importantes no solo provienen del entorno nacional. La coyuntura económica global tampoco parece fácil.
Respecto al accionar del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, si bien parece haber pasado el peor momento (“Día de la Liberación”, el 2 de abril), sus amenazas siguen en pie. Más y más países negocian bilateralmente para evitar que esas amenazas se cumplan y que el comercio internacional se paralice.
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Trump está convencido de que el comercio solo trae prosperidad si produce un superávit, dejando atrás las brillantes ideas del padre de la economía moderna, Adam Smith, publicadas hace casi 250 años en La riqueza de las naciones. Pero la desconfianza que genera Trump en sus socios comerciales no solo se limita al intercambio de mercancías y de servicios, sino que va mucho más allá. El dólar, que ha sido la moneda dominante en el mundo desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, empieza a perder la confianza de la que gozaba. Algunos especialistas incluso sugieren que esto es, justamente, lo que está buscando Estados Unidos para redibujar las reglas de juego. Pero el proceso de adaptación a una eventual “nueva normalidad” será complejo. Y es que no existe, al menos por ahora, otra moneda que goce del mismo nivel de credibilidad que el dólar tuvo hasta hace muy poco.
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Paradójicamente, el propio “éxito” de Trump en imponer su narrativa puede convertirse en su límite: no se puede amenazar indefinidamente pues este proceso deja de ser creíble. Sin embargo, es evidente que seguirá intentando moldear el mundo a la medida de lo que él considera conveniente para su país, lo que garantiza que la incertidumbre global continuará siendo una constante durante el 2026.
El momento es ahora
Las respuestas a todas estas preguntas no son sencillas. Algunas irán apareciendo en las próximas semanas y meses, otras requerirán de un proceso más largo y accidentado para comprenderse.
Pero, mientras tanto, agosto nos recuerda algo fundamental: tomar decisiones oportunas empieza por entender el contexto, anticipar riesgos y moverse con criterio.