Director de la Carrera de Economía de la Universidad de Lima
Recientemente, el ministro de Economía y Finanzas, Óscar Graham, comentó la próxima actualización del Plan Nacional de Competitividad y Productividad 2019-2030, tarea que debería ser común para todos los sectores del país. Se trata de generar políticas de Estado que trasciendan a los distintos gobiernos y de construir una institucionalidad que lo permita. En pleno siglo XXI está demostrado que, si no se logra incrementar la competitividad de un país, no se lograrán aumentar los niveles de productividad ni, consiguientemente, mejorar los niveles de vida de su población. Uno de los principales errores del presente gobierno, por desconocimiento o ideología, ha sido el descuidar precisamente las políticas de Estado elaboradas en los últimos años a través de la convergencia de profesionales vinculados al sector público, al sector privado y a la academia, con el soporte de organismos multilaterales como el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo y la Corporación Andina de Fomento.
Es importante recordar que el Plan de Competitividad y Productividad vigente, a ser revisado y actualizado, identifica nueve áreas que deben ser trabajadas y que deberían convertirse en políticas de Estado con el objetivo de lograr tasas de crecimiento superiores al 5% anual durante los próximos años, conjuntamente con políticas inclusivas orientadas a la eliminación de la pobreza en el Perú. La apertura comercial y las fortalezas fiscal y monetaria son condiciones necesarias, pero no suficientes, para la mejora de la calidad de vida de toda la población peruana. Nuestra economía, desde una perspectiva macroeconómica, considerando indicadores como el nivel de deuda externa y las reservas internacionales, es todavía de las más estables de la región aunque desde mi punto de vista, en proceso de lento deterioro. Muestra de ello ha sido la reciente disminución de nuestra calificación crediticia a nivel internacional.
Se requiere revisar las 84 medidas específicas planteadas en el plan original para el logro de los objetivos considerados: (1) fortalecer la infraestructura económica y social, (2) fortalecer el capital humano, (3) fortalecer las capacidades tecnológicas, (4) fortalecer las fuentes de financiamiento domésticas y externas, (5) fortalecer el empleo digno, (6) fortalecer el ambiente de negocio productivo, (7) fortalecer el ambiente para el comercio internacional, (8) fortalecer la institucionalidad del país y (9) fortalecer la sostenibilidad ambiental. En los próximos artículos profundizaremos en cada uno de estos objetivos.
Se debe reflexionar y evitar que las angustias por los problemas a corto plazo nos hagan olvidar la importancia de la construcción de un futuro sostenible a largo plazo. Se debe aprovechar la reciente invitación para trabajar en el camino a convertirnos en un miembro activo de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE, club de los países más avanzados del mundo), para estudiar los referentes en cuanto a tareas y políticas que nos permitan seguir avanzando en la construcción de un mejor Perú.
Termino con algunas ideas de nuestro gran historiador Jorge Basadre: “… y sin embargo soñé, a pesar de todo, en una fórmula de construcción nacional y social para un Perú de más altos niveles de vida, un Estado técnico, un país progresista, un país atendido, cuidado, entusiasta y creador”. Trabajemos juntos por esos objetivos, no nos quedemos en el facilismo de lo inmediato, en el discurso de plazuela ni en el populismo político.