Escribe: Jaime Dupuy, director ejecutivo de ComexPerú
En el Perú, la informalidad es vista a menudo como un obstáculo para el desarrollo, pero esta percepción no refleja la realidad de miles de negocios que luchan por sobrevivir. En medio de las reuniones de APEC, Perú impulsa un acuerdo para fomentar la transición a la formalidad, lo cual representa una oportunidad de analizar las causas y desafíos de la informalidad.
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La informalidad en el Perú no es homogénea. Según el estudio “Radiografía de la informalidad,” de Ipsos para MiBanco, la mayoría de los negocios informales se encuentra en los sectores comercio y servicios y generan ingresos promedio de S/ 2,641 al mes. Lejos de evadir el sistema, estos empresarios buscan sostener a sus familias: dos de cada tres son mujeres, con un promedio de 46 años, y suelen operar en negocios familiares de muy bajos ingresos. Esta realidad demuestra que, lejos de ser una simple evasión, la informalidad responde a la necesidad de supervivencia.
A nivel de APEC, Perú muestra una alta tasa de informalidad laboral (71.6%), solo superada por Indonesia (81.2%). En ambas economías, muchos trabajadores informales laboran en empresas formales pero sin protección social o beneficios, reflejando costos laborales elevados que frenan la formalización. El esfuerzo coordinado de APEC podría resultar en una regulación laboral más accesible para las pequeñas empresas y en un sistema que ofrezca mayor flexibilidad, permitiendo que más emprendedores puedan formalizar sus negocios sin ver amenazada su sostenibilidad.
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Aunque el 47% de los empresarios informales desea formalizarse, enfrenta barreras como altos costos, trámites burocráticos y una falta de confianza en instituciones como la Sunat. Más del 80% percibe que estas entidades ofrecen poco apoyo. Este bajo nivel de confianza muestra la necesidad de mejorar la relación entre las instituciones públicas y los pequeños negocios. Para revertir esta percepción, se requieren incentivos, menos costos no salariales y una simplificación de trámites, según el reciente reporte Business Ready del Banco Mundial, que subraya cómo la burocracia puede desalentar la formalización en economías emergentes.
Si bien muchos ven beneficios en la formalización, como el acceso a créditos y clientes nuevos, un 16% no percibe ventaja alguna. Esto sugiere que, para ser atractiva, la formalidad debe simplificarse y ofrecer asesoría que evidencie sus beneficios tangibles. La informalidad, lejos de ser un obstáculo inamovible, representa una oportunidad para expandir la base empresarial y, por ende, la base tributaria del país.
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Para el Perú, la transición hacia una economía formal debe priorizar el apoyo a los pequeños negocios, reconociendo sus contribuciones y eliminando las barreras que enfrentan. A través de un enfoque inclusivo, donde las políticas respondan a las necesidades de estos emprendedores, el país podrá construir un entorno donde la formalidad sea deseable, accesible y, sobre todo, viable para todos.
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