
Escribe: Miguel Leiva, Vicepresidente de Research Renta Variable de Credicorp Capital
(13 de noviembre del 2025) El oro brilla con fuerza en los mercados globales, alcanzando máximos históricos en un contexto de mayor volatilidad de los mercados financieros, tensiones geopolíticas y diversos factores de incertidumbre económica. En este contexto, esperamos que el precio del oro siga manteniendo niveles relativamente altos en el corto plazo, con un promedio de USD 4,180 por onza en 2026, un salto del 28% respecto al promedio esperado para este año de USD 3,272. Sin embargo, anticipamos una caída progresiva hasta USD 3,000 por onza a largo plazo, a medida que los factores que han sostenido su cotización comiencen a diluirse.
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Oro: ¿Cómo hemos llegado a este punto?
En el tercer trimestre de 2025, la demanda total de oro aumentó un 5% interanual a 1,258 toneladas, y en lo que va del año el incremento es del 10% a 3,640 toneladas. Los ETF impulsaron la demanda con un alza de 134% en el 3T25 (222 toneladas), seguidos por barras y monedas (+17%, 316 toneladas) y bancos centrales (+10%, 220 toneladas). Este dinamismo compensó la menor demanda para joyería, que cayó un 23% (419 toneladas). Así, el perfil del comprador de oro se ha transformado, con inversores institucionales y bancos centrales —especialmente en economías emergentes— reforzando sus reservas.

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El entorno internacional ha sido decisivo. El S&P 500 ronda máximos históricos, pero la sombra de una posible sobrevaloración en acciones tecnológicas genera inquietud. Los conflictos geopolíticos, como el enfrentamiento entre Rusia y Ucrania, y las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China, han añadido volatilidad. Aunque en el caso de EE.UU. y China se vislumbran avances, el riesgo sigue latente.
¿Qué factores podrían seguir motivando la compra?
Un elemento que podría persistir y seguir motivando la compra de oro por parte de bancos centrales, especialmente en países emergentes, e inversores que buscan disminuir su exposición a activos en dólares, es el sostenido incremento de la deuda estadounidense en relación con su PBI. Este fenómeno parece destinado a acompañarnos durante varios años y es uno de los motores más sólidos detrás de la demanda de oro. En particular, la aprobación del paquete fiscal “Big Beautiful Bill” en EE.UU. ha reavivado preocupaciones sobre la sostenibilidad fiscal, elevando la volatilidad en los bonos del Tesoro y reforzando el atractivo del oro como refugio.
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En el corto plazo, la expectativa de una reducción adicional en la tasa de la FED aporta soporte adicional al metal. No obstante, si los conflictos geopolíticos se resuelven y las tensiones comerciales se relajan, el impulso especulativo y la demanda de refugio podrían perder fuerza, iniciando una fase de ajuste con precios más moderados.
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Para los inversionistas, el oro sigue siendo una herramienta valiosa para diversificar la cartera, especialmente en tiempos de elevada incertidumbre. Sin embargo, ante alzas tan pronunciadas, es prudente considerar tomas de ganancia parciales y mantener una gestión activa. El futuro del oro dependerá de la evolución de los factores coyunturales y estructurales señalados. En este ciclo, la clave está en la flexibilidad y el análisis oportuno.







