Director periodístico
La CADE Ejecutivos 2023, en Urubamba, Cusco estuvo marcada por la recesión económica que enfrenta el país y por un ambiente de incertidumbre producto de los temores que despierta el Fenómeno de El Niño en los agentes económicos. Sin embargo, hay motivos para ser optimistas, al menos en determinados aspectos.
Y con esto no me refiero, necesariamente a los anuncios del ministro de Economía, Alex Contreras, quién en este foro pidió un acto de fe a los empresarios y los emplazó a “dejar ese pesimismo absurdo que retrasa el crecimiento del país”.
Claramente ese pesimismo está basado en la falta de una política económica coherente en la promoción de la inversión privada, como lo hizo notar el vicepresidente de la Confiep, Álvaro Correa ante el premier Alberto Otárola, durante la primera jornada de este foro.
Pero vuelvo a la idea central. Hay razones para ser optimistas en la medida que desde el Congreso de la República se avanza en la aprobación de dos reformas políticas que restituirán la reelección de alcaldes y gobernadores regionales, por un lado, y la de Congresistas por otro lado.
Evidentemente estas medidas no son populares por el alto grado de desconfianza y desaprobación de las autoridades peruanas, pero son necesarias si queremos trabajar en el fortalecimiento de las instituciones y en mejorar la calidad de la gestión pública.
Hace ocho años el Congreso de ese entonces prohibió que alcaldes y gobernadores pudieran reelegirse en medio de múltiples escándalos de corrupción de autoridades subnacionales que se había entornillado a sus puestos con dinero de todos los ciudadanos. El caso más sonado fue el del ex gobernador de Ancash, César Álvarez.
Sin embargo, esto generó que cada cuatro año todas las autoridades locales se renueven con una visión que no supera los cuatro años de gestión. La inexperiencia se juntó con el efectismo y se tradujo en caída de la inversión pública tanto en monto como en la calidad de los proyectos.
Pero esta semana que pasó, la Comisión de Constitución del Congreso aprobó la reforma con la que se busca habilitar a los gobernadores regionales y alcaldes para que puedan ser reelegidos por una única vez.
En la misma línea, la semana pasada el Pleno del Congreso aprobó el retorno a la bicameralidad y eliminó el artículo 90-A de la Constitución Política, el cual prohibía la reelección parlamentaria de forma inmediata. Aún hace falta una segunda votación programada para marzo del 2024.
Y si bien es claro, que los actuales congresistas buscan reelegirse al aprobar esta reforma. Esperemos que en el futuro esta posibilidad sea un incentivo suficiente para que nuestros alcaldes, gobernadores o congresistas mejoren su gestión de cara al ciudadano. Y, en todo caso, los electores podrán castigar o premiar con su voto a sus representantes.
Tampoco pecamos de ingenuos y sabemos que sin una verdadera reforma política que fortalezca a los partidos políticos y mejore la oferta de candidatos los avances que hagamos serán limitados.
También es indispensable pisar el acelerador en cuanto a la reforma del servicio civil con el objetivo de tener servidores públicos profesionales, como bien anotó el presidente del Banco Central de Reserva, Julio Velarde en la última jornada de la CADE Ejecutivos 2023.
El problema es que ninguna de estas banderas de reforma las ha tomado este Gobierno que se sigue preguntando “¿por qué tanto pesimismo absurdo?”