Escribe: Patricio Valderrama-Murillo, PhD, experto en fenómenos naturales.
EI verano del 2023 en el Perú estuvo lejos de ser convencional. Enero comenzó con temperaturas inusualmente frías, lloviznas costeras y un clima más fresco que desafiaba las expectativas de los veraneantes. No obstante, para febrero, las condiciones mejoraron con días soleados y un calor bienvenido. Solo unos pocos nos dábamos cuenta de que ese calentamiento podría significar algo más que buen clima. Con la llegada de marzo, todos los peruanos estábamos embarazados de El Niño costero.
Las enseñanzas que nos dejó el Niño costero del 2023 son variadas. La primera es nuestra vulnerabilidad frente a fenómenos naturales recurrentes. El ciclón Yaku nos recordó, con una semana de lluvias intensas, las devastadoras temporadas del 2017, 1997-1998 y 1982-1983. Después de más de cuatro décadas, la preparación integral para enfrentar un fenómeno de El Niño sigue siendo una asignatura pendiente.
LEA MÁS: Tras fin de ola de calor en Lima, ¿qué nivel de temperatura se prevé para las próximas semanas?
La segunda lección fue la alta temperatura durante todo el año, con promedios hasta 4ºC superiores a lo habitual. Las generaciones más jóvenes lo recordarán como “el año sin invierno”. Esta alza de temperatura no solo nos trajo cielos despejados y ánimos para ir la playa en julio o agosto, también afectó la industria de venta de ropa (retail) que ya tenían los abrigos, chompas y casacas listas para la venta. El emporio de Gamarra es un ejemplo palpable, con su producción de indumentaria gruesa quedando en gran parte sin vender. Aunque algunos comerciantes lograron mitigar las pérdidas redirigiendo parte de su mercancía a las zonas más frías, principalmente los Andes del sur, la mayoría enfrentó severas dificultades.
La tercera lección fue una sequía intensa en los Andes del sur, afectando la agricultura y los modos de vida tradicionales. El lago Titicaca, esencial para la vida en el altiplano, alcanzó niveles críticamente bajos, con consecuencias adversas no solo en la disponibilidad de agua sino también en el turismo de la región.
Nos preparábamos para un fin de año desafiante en el 2023, con un Estado haciendo esfuerzos considerables, aunque insuficientes, y el sector privado anticipando los costos de una posible pérdida parcial o total de operaciones. Los pronósticos climáticos no eran prometedores y apuntaban a un verano extremadamente anómalo para este 2024. Sin embargo, la llegada de octubre trajo consigo vientos fríos inesperados.
LEA MÁS: Pese a fin de ‘ola de calor’ la radiación solar afecta a la salud, ¿cómo protegerse?
El Niño ocurre por la unión de varios factores, entre ellos el debilitamiento de los vientos del sur, que son fríos. Estos son impulsados en gran parte por el Anticiclón del Pacífico Sur (APS), que es también motor de la Corriente Peruana del Humboldt, que baña de aguas frías nuestra costa. Hasta octubre del 2023, una debilidad en el anticlón favoreció la entrada de Ondas Kelvin cálidas, generando el desarrollo tanto de El Niño costero como de El Niño global. Afortunadamente, con el fortalecimiento del anticlón a principios de octubre, se enfrió el mar peruano, reduciendo la probabilidad de lluvias extraordinarias en el norte de Perú y moderando la intensidad del fenómeno de El Niño costero.
Con la llegada del verano 2024, regresaron las temperaturas elevadas. El termómetro en la costa central y norte marcó cerca de los 30ºC durante enero, pero las lluvias no llegaron al norte. Febrero inició con olas de calor extremas, afectando a una población que no está acostumbrada. Una cosa es 32ºC en Sullana y otra muy distinta es 32ºC en Lima Metropolitana. Quedará en la estadística que febrero 2024 fue uno de los meses más cálidos de nuestra historia.
Durante enero y febrero del año en curso, el consumo de bebidas de todo tipo tuvo un repunte importante, así como la venta de ventiladores y la casi desaparición de equipos de aire acondicionado de los anaqueles de las grandes tiendas por departamentos, necesarios para aliviar a una asfixiada población.
La suerte de El Niño costero está echada. Con un APS fortalecido que continúa enfriando las aguas de la costa, el cambio de estación de verano a otoño, pero, sobre todo, el ingreso de Ondas Kelvin frías a nuestras costas, ya no le queda mucho combustible. Este enfriamiento augura buenas noticias para la industria pesquera, que anticipa una recuperación después de un año difícil. Además, las aguas frías del otoño pronostican la vuelta de estaciones más típicas, y los modelos climáticos sugieren un invierno 2024 “más frío de lo usual”, lo que podría representar una segunda oportunidad para la industria textil y de servicios. Es hora de desempolvar las chompas y preparar las frazadas; serán necesarias.
Comienza a destacar en el mundo empresarial recibiendo las noticias más exclusivas del día en tu bandeja Aquí. Si aún no tienes una cuenta, Regístrate gratis y sé parte de nuestra comunidad.