Socia de Vodanovic Legal
Un reciente estudio del Grupo CGAP del Banco Mundial (Consultative Group to Assist the Poor, por sus siglas en inglés) indica que tres modelos de negocios lideran hoy la transformación digital de la banca retail. El primero es convertir en digital todo lo que se hacía en físico (“fully digital retail bank”). Es un modelo que está en la agenda de todos los bancos y producto de él surgen las conocidas denominaciones “neobancos”, “challenger Banks” y “bancos digitales” que es importante distinguir para usarlas con propiedad. Un neobanco es la alianza entre una entidad financiera y una empresa tecnológica para desarrollar un negocio financiero. Un challenger bank es una empresa con licencia bancaria que opera digitalmente, casi sin oficinas, lo mismo que un banco digital. Un neobanco no es un banco digital.
El segundo modelo de negocios es el “marketplace”, es decir, el banco utilizando su infraestructura (y la data que administra) para permitir que sus clientes accedan -a través de su plataforma- a una gama de productos y servicios que son ofrecidos por terceros, para mejorar la experiencia de sus clientes. En un ejemplo, Juan, a través de la plataforma de su banco (donde tiene toda su información y su dinero), decide contratar una asesoría financiera, custodiar su identidad digital, contratar herramientas para su negocio, entre otros servicios ofrecidos por terceros que también acceden a la plataforma bancaria. De esta manera, el banco se comporta como un “matchmaker” entre la oferta y la demanda de servicios, mejorando la experiencia de sus clientes y manteniéndolos fidelizados.
El tercer modelo es el “Banking as a Services – BaaS”, mediante el cual el banco ofrece su infraestructura tecnológica a terceras empresas no bancarias que buscan prestar servicios financieros o facilitar alguna parte de estos servicios pero que no cuentan con la infraestructura ni la licencia bancaria. Así, la empresa no bancaria facilita su lanzamiento (go to market) y el banco rentabiliza la infraestructura con la que ya cuenta y en la que ha invertido tanto.
Los tres modelos presentan varios desafíos regulatorios, pues detrás de una entidad bancaria hay objetivos públicos a cuidar como la protección del ahorro, la estabilidad del sistema y la protección del consumidor y de sus datos. Lo cierto es que esta transformación ya se está dando y no podemos cerrar los ojos a estas nuevas oportunidades.
Toca a los privados prepararse, abrirse al modelo colaborativo y gestionar adecuadamente los riesgos. Al regulador y a las autoridades, les toca habilitar las normas que fomenten la nueva arquitectura financiera y, a su vez, controlar los riesgos. De ahí la importancia de implementar el Open Finance, que será un gran catalizador de estos tres modelos que, a la larga, nos ayudarán a mejorar la competencia, la inclusión financiera y la experiencia usuario.