Hace unos pocos días Credicorp presentó por tercer año consecutivo su Índice de Inclusión Financiera para ocho países de la región. Los resultados, sin ser sorprendentes, ni sustancialmente distintos a los del año pasado, muestran una tendencia positiva: hay más inclusión financiera en el Perú y en la región.
El índice de Credicorp es un resumen de 19 indicadores agrupados en tres grandes grupos: acceso, uso y calidad percibida de los servicios financieros. Para la región, el índice (entre 0 y 100) para el 2023 se ubica en 45.5, 7 puntos más que en el 2021 y prácticamente igual al 2022. Lidera el ranking Argentina, subiendo dos puestos respecto al año pasado por el rápido incremento de las billeteras móviles. Perú está en sexto lugar, mejorando un puesto.
Cada vez menos personas en la región están en un nivel bajo de inclusión financiera (un tercio en el 2023, la mitad en 2021) pero apenas uno de cada cuatro adultos en el agregado regional está en el nivel adecuado de inclusión financiera. Como se ha destacado en varias reseñas del índice, las billeteras móviles están siendo la clave para estos avances. A pesar de las mejoras aún hay mucho espacio para hacer más, y hacer mejor.
Los resultados agregados abren espacio para profundizar en temas específicos y en la situación de colectivos particulares. La ventaja es que hoy existen más datos que podemos usar para responder a preguntas cada vez más específicas. El índice es interesante, pero al final de cuentas es un agregado que oculta los detalles que son la clave para generar nuevas acciones.
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Propongo cinco temas que será útil analizar y discutir a la luz de los resultados y de la riqueza de la información recogida para profundizar la discusión y definir cómo ampliar la inclusión financiera y asegurar que no dejemos a nadie atrás:
1. Las billeteras móviles son sin duda la estrella de la inclusión financiera, por ello hay que generar un perfil detallado de quién las usa, para qué las usa y qué más podría usar (entre los servicios financieros) a partir de este nuevo canal. Seguramente, ya quienes trabajan en las billeteras lo están haciendo, pero también será útil analizarlo desde fuera, sin fin comercial, sino con ojos de pura inclusión financiera.
2. El rol del ahorro. En las discusiones sobre los resultados se mencionaba con preocupación que la tasa de ahorro en entidades financieras no ha crecido. A la luz de la situación económica de los países incluidos en el índice, de la presencia de alta inflación (que incentiva a gastar pronto antes que guardar dinero con tasas de interés reales bajas o negativas) y de la relativa poca innovación en productos de ahorro en los últimos años, una tasa de ahorro en el sistema financiero constante no parece un mal resultado. Incluso podría estar mostrando que las personas están tomando buenas decisiones financieras.
3. Bienestar financiero. La inclusión financiera es un medio para lograr mayor salud financiera, resiliencia y bienestar en los incluidos financieramente. El trabajo de varias entidades ha generado indicadores de bienestar financiero que valdría la pena contrastar con el Índice de Inclusión Financiera, para saber si avances en este último se asocian -seguro lo hacen- con mayor bienestar financiero y, claro, analizarlo para grupos distintos para entender cómo la inclusión financiera interactúa con el bienestar para cada grupo de usuarios de servicios financieros.
4. ¿Más es mejor? El índice premia a los que usan más servicios y trabajan con más instituciones. Seguramente esto es muy importante cuando se pasa de una baja inclusión financiera a un nivel medio de inclusión, pero es posible que esto no se mantenga para mayores niveles de inclusión financiera. Será interesante analizar la contribución de “más” con el bienestar financiero de los usuarios.
5. Finalmente, perfiles. La data recogida permite hacer mejores perfiles sobre quienes enfrentan distintas barreras para incluirse financieramente y para identificar rutas de acción para ayudar a vencer dichas barreras, desde el sector financiero, desde la regulación, desde el sector público. Identificar quien accede, pero no usa, o entre quienes usan, qué usan y qué no, ayudará a que la inclusión financiera sea más relevante para cerrar brechas.
Hay muchos más temas. La buena noticia es que gracias a este esfuerzo del sector privado hoy tenemos una oportunidad de profundizar en el entendimiento de la inclusión financiera y su rol en el desarrollo, sobre su rol en la reducción de brechas y en la expansión de oportunidades. Ojalá veamos muchos debates, investigaciones, artículos, tesis, incluso duras polémicas sobre los diversos temas pendientes para que avancemos más rápido, con mayores impactos positivos y sostenibilidad en el esfuerzo de incluir financieramente a más, en la tarea de dotar a los ciudadanos de mejores y más pertinentes herramientas para que puedan gestionar mejor su futuro.