
Escribe: Elena Conterno, especialista en políticas públicas.
El recientemente publicado Índice Regional de Brechas de Género del Instituto Peruano de Economía (IPE) revela que las diferencias entre hombres y mujeres en el país siguen siendo significativas. En el 2024, la brecha se sitúa en 32.5 puntos, con una ligera mejora respecto al 2019, cuando era de 36.5 puntos. Además, el índice evidencia marcadas disparidades regionales: Moquegua e Ica presentan los menores niveles de desigualdad, mientras que Cajamarca tiene la brecha más amplia.
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Particular preocupación genera el pilar de autonomía individual, que mide indicadores como feminicidio, violencia contra las mujeres y embarazo adolescente. Los datos reflejan una crisis estructural: cada día nos indignan y duelen nuevos casos de violencia extrema. Mujeres descuartizadas, policías violadores, niñas abusadas en residencias escolares, agresores de mujeres nombrados en altos cargos públicos y casos archivados sin justicia son parte de una alarmante realidad que no podemos normalizar.
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Lo paradójico y preocupante es que, en lugar de fortalecer la protección de los derechos de las mujeres, se plantean medidas que debilitan las instituciones encargadas de garantizar justicia e igualdad. Se discute la eliminación del enfoque de género en la educación, la posible fusión del Ministerio de la Mujer (MIMP) –lo que en la práctica supondría su invisibilización– y hasta la eliminación de la figura penal del feminicidio, lo que significaría negar una realidad en la que cada dos días una mujer es asesinada en el Perú solo por ser mujer. Más grave aún, estas amenazas no provienen de sectores aislados, sino de las mismas autoridades que deberían velar por los derechos de todas y todos.
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Frente a esta situación, la sociedad civil tiene el deber de actuar. No podemos permitir que los retrocesos en la institucionalidad y las amenazas contra las mujeres avancen sin resistencia. Somos miles las peruanas y los peruanos que nos negamos a normalizar la violencia, la impunidad y la desigualdad.
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Sin embargo, la indignación no basta; necesitamos organizarnos y alzar la voz con fuerza y estrategia. En otros momentos de la historia, cuando los derechos de las mujeres estuvieron en riesgo, fue la presión de la sociedad la que evitó retrocesos. Hoy, nuevamente, estamos en un punto de inflexión. Es momento de actuar, de incidir en la agenda pública y de exigir que las instituciones cumplan con su deber de proteger a las mujeres.
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En este contexto nace Voces Cuidadoras, una red conformada por más de 200 mujeres líderes de 20 regiones del país, provenientes de diversos sectores y trayectorias. Entre nosotras hay líderes empresariales, académicas, artistas, abogadas, doctoras, economistas, psicólogas, comunicadoras, dirigentes deportivas, líderes indígenas y de organizaciones de base, periodistas y politólogas, entre muchas otras. Somos diversas y, sin duda, pensamos diferente en algunos temas. Pero compartimos la convicción de que la situación de las mujeres en el Perú es inaceptable y también compartimos la determinación de sumar nuestras voces para defender la equidad de género y una vida libre de violencia.
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Para fortalecer esta red, la asociación Mujeres Cuidadoras brindará información clave a sus integrantes, facilitándoles pronunciarse en momentos estratégicos. Además, seguiremos ampliando la red, con la meta de llegar a 500 integrantes en los próximos meses, y tener representantes de todas las regiones del país. Sabemos que muchos hombres también desean alzar la voz en esta lucha, por lo que próximamente impulsaremos una red masculina comprometida con la equidad.
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El rol de los medios de comunicación será crucial en esta nueva etapa. Sus plataformas pueden amplificar nuestros pronunciamientos y mensajes, ayudándonos a colocar temas clave en la agenda pública y presionar para que las instituciones del Estado actúen con responsabilidad y urgencia.
Que venga una nueva etapa. Un tiempo en el que no nos callamos, en el que nos involucramos, en el que cada voz cuenta. Construyámosla juntos. Hagamos que se escuche la voz de quienes quieren un país más justo e igualitario.
(*): La autora es presidenta de la asociación Mujeres Cuidadoras.

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