Escribe: Antonio Risso, Managing Director de Wealth Management de Credicorp Capital
La economía del comportamiento es una disciplina que combina elementos de la economía y de la psicología para explicar los motivos por los cuales las personas muchas veces no toman decisiones racionales. Uno de los conceptos más estudiados a partir de esta disciplina es la del “efecto de disposición” o la tendencia a vender prematuramente activos que han generado ganancias financieras y a mantener o aferrarse a activos que están perdiendo dinero.
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En el negocio de gestión patrimonial, este efecto se hace más evidente durante los mercados bajistas, como el del 2022. En dicha oportunidad, muchos gestores presentamos a los clientes estrategias de rebalanceo que permitieran lograr una recuperación más rápida de los portafolios a partir de la venta de algunos instrumentos en pérdida –y que fundamentalmente habían dejado de ser atractivos por el cambio de contexto económico– y su remplazo por otros activos de mayor convicción y más rápida recuperación. Sin embargo, la respuesta usual de los clientes ante la sugerencia de vender activos en pérdida era: “mejor esperemos a que el activo se recupere hasta su nivel de compra y luego vendemos”. Y es que, según diversos estudios realizados, las pérdidas son valoradas psicológicamente entre 1.5 y 2.5 veces más intensamente que las ganancias.
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Como sabemos, la manera correcta de evaluar la gestión de inversiones –y tomar decisiones acertadas en consecuencia– es a partir de la rentabilidad global del portafolio y no la de cada uno de sus activos por separado. Sin embargo, las personas suelen llevar una contabilidad mental intangible en la que ven cada inversión de forma aislada. De ahí que los inversionistas tienden a abrir cuentas mentales cuando compran activos y tienen problemas para cerrar estas cuentas mentales en caso de pérdidas. Como resultado, es muy probable que se queden demasiado tiempo con los activos perdedores, sucumbiendo así al efecto de disposición, e incurriendo en menores ganancias a largo plazo.
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Si bien es doloroso desprenderse de activos en pérdida, debemos tomar conciencia de este sesgo para tomar mejores decisiones de inversión futuras. Recordemos que las pérdidas realizadas en un portafolio de inversiones pueden ser compensadas con ganancias realizadas para disminuir la carga fiscal dentro de un mismo ejercicio anual. Acercándonos a fines de año, resulta ser el momento propicio para evaluar si es conveniente aferrarnos a esas posiciones en pérdida dentro de nuestro portafolio o si es mejor realizarlas –y compensarlas– para iniciar un nuevo año con un portafolio más apropiado para la nueva coyuntura.
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