Escribe: Luis Alberto Arias, economista.
A mayo de este año, la recaudación (1) acumulada de los últimos doce meses ascendía a 145 mil millones de soles, lo que equivalía al 14.2% del PBI. Hace exactamente dos años la recaudación acumulada era 157 mil millones, lo que equivalía a 17.3% del PBI.
¿Qué pudo pasar con la recaudación para que disminuya 12 mil millones de soles y tres puntos del PBI en tan corto tiempo? Esa es la pregunta que podría hacerse el ministro de Economía de cualquier país y seguramente se ha preguntado nuestro titular del MEF.
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Una de las razones, ciertamente no la única, es que nuestros políticos están concediendo más privilegios tributarios. Sí, privilegios. Porque debe saber usted señor contribuyente que uno de los principios de la política tributaria es que todos debemos contribuir el mismo monto si tenemos las mismas utilidades, o los mismos ingresos o las mismas ventas, o el mismo patrimonio, según sea el impuesto del que estemos hablando. A esto se le llama en la literatura el principio de equidad horizontal que todos deberíamos defender.
¿Qué nos dice el informe anual que el Ministerio de Economía publica con la cuantificación de lo que el Estado deja de percibir por la existencia de estos privilegios? Que este año dejaremos de percibir 24 mil millones de soles y que ese monto ha aumentado 6 mil millones de soles en los últimos dos años.
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Es en estos últimos dos años que la fiesta de privilegios se ha acentuado. En el 2023 el Tribunal Constitucional de nuestro país emitió una sentencia que impedía realizar algo que es totalmente técnico en probablemente todos los países del mundo, esto es, actualizar los montos de deuda tributaria que dejan de pagarse al fisco con los intereses, es decir, mantener el valor del dinero. Argumentaba el Tribunal que el Estado, léase Tribunal Fiscal y Poder Judicial, se demoraba en resolver, lo cual es cierto, pero dicha demora no puede utilizarse como pretexto para que las deudas se licúen, lo cual ya ha empezado a afectar la recaudación de deudas que están en litigio entre la Sunat y los contribuyentes, principalmente empresas grandes, porque a un grupo de compañías que litigan con el Estado les conviene que la demora en resolver sea aún mayor. A mayor demora mayor pérdida de valor de la deuda en disputa.
Pero la fiesta no ha quedado allí. Una ley aprobada por el Congreso y promulgada por el Ejecutivo este año, beneficia a los sectores textil, confecciones, agrario y riego, agroexportador y agroindustrial. Con dicha ley se han reestablecido para los dos primeros sectores créditos por reinversión de utilidades que no existían desde la década de los 90, beneficios de depreciación acelerada que permiten deducir los gastos de inversión hasta en tres años, cuando la mayoría de contribuyentes lo puede hacer en 10 años; y para el resto de sectores, deducciones adicionales por contratación de trabajadores y reducción de la tasa de aporte a EsSalud de 9% a 6%.
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Como si fuera poco los políticos del Congreso han empezado a perforar la recaudación del IGV otorgando privilegios, primero a los restaurantes y hoteles y luego a las peluquerías y establecimientos de belleza. Todos estos negocios tienen el privilegio de pagar un IGV de 8%, la mitad del que pagamos todos los peruanos. ¿Existe alguna razón económica que lo justifique? ¿Cuántos sectores más abogarán por el mismo privilegio mediante grupos de presión en el Congreso?
Otros también quieren participar en la fiesta de privilegios. La Comisión de Economía recientemente aprobó mayores deducciones para los pocos peruanos, dos de cada diez, que contribuyen con el pago del Impuesto a la Renta. Se trata que si deciden hacer una maestría, darse un viajecito, o pierden un juicio de alimentos, el Estado vendrá en su ayuda y les financiará parte importante de estos gastos. También se incluye en las nuevas deducciones los intereses de los créditos hipotecarios, los gastos educativos, de salud y de alimentación. Con todas estas deducciones, si usted gana hasta 51,500 soles anuales no pagará ni un sol de impuesto a la renta, con lo cual la base de este impuesto se estrechará aún más. Sería lógico y razonable que, si usted ganara el sueldo mínimo o menos de este monto no pagase impuesto a la renta, pero, las deducciones del impuesto a la renta en nuestro país alcanzan a los que ganen hasta cuatro sueldos mínimos.
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Finalmente, para que la fiesta de los privilegiados este completa el Congreso acaba de aprobar una amnistía para los “pepe el vivo”, es decir para los evasores de impuestos que dejaron de declarar y pagar, principalmente rentas depositadas en cuentas del extranjero, como por ejemplo en paraísos fiscales. Estos evasores podrán declarar ahora y pagar solo el 8% del monto que declaren, sin multas ni intereses. Esto se conoce como “blanqueo” y ya tuvimos uno en el Perú en el año 2017 y se nos dijo que era la única vez que se otorgaba, pero vemos que no es así. Peor aún, la Sunat ya cuenta con información de todos los peruanos de sus cuentas en el extranjero, al menos eso es lo que se nos dijo.
Es probable que la fiesta de privilegios tributarios continúe, de hecho, según las calificadoras de riesgo la debilidad del Poder Ejecutivo para impedirlos está poniendo en cuestión la fortaleza fiscal que tantos años nos costó construir. Dicha fortaleza ya está debilitada si observamos el nivel de déficit fiscal actual, el cual llega a cerca de 4% del PBI. Algo nos va a ayudar los buenos precios de los minerales, porque en los próximos meses la recaudación del sector minero va a mejorar. Lamentablemente estas “ganancias que trae el viento” no servirán como en años anteriores para recuperar los ahorros fiscales para futuras contingencias, sino que servirán para aliviar la resaca de esta fiesta de privilegios.
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Cuando lleguen estas ganancias probablemente nuestros políticos decidan que es hora de continuar con la fiesta. Avisados estamos.
( 1 ). Correspondiente a los tributos del Gobierno central.
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