El crecimiento económico es una condición necesaria, aunque no suficiente para el logro del desarrollo económico y social de cualquier nación. El Perú obtuvo altas tasas de crecimiento durante los primeros quince años del presente siglo, en los que el PBI creció en promedio anual 5.3% –periodo 2000-2014–. Esto permitió la mejora de un conjunto de indicadores, entre los que destaca la reducción de la pobreza monetaria que pasó de 50 % a principios del siglo XXI a 22.7 % en el 2014. Durante el mismo periodo, disminuyó la desigualdad, se incrementó la expectativa de vida al nacer, se redujo la mortalidad infantil y aumentó la tasa de finalización de la escuela secundaria en mujeres, entre otros resultados. Todo esto, gracias a la implementación de un modelo económico ortodoxo y alineado con el llamado Consenso de Washington.