Febrero vino con algunas noticias positivas, que no han sido destacadas del todo. Quizá la más importante es que luego de 32 meses, la inflación anual volvió a ubicarse dentro del rango meta que traza el Banco Central de Reserva (BCR) de entre 1% y 3%. Esto significa que, en términos promedio, los precios están estables y no representan un problema significativo para la economía.
Esto no es un tema menor si tenemos en cuenta que el alza de precios golpea principalmente a la población más vulnerable, destruyendo a su paso el poder adquisitivo de las familias. Es lo que sucedió en el 2022, cuando la inflación superó el 8% anual, su mayor nivel en 26 años y se sumó a una economía ya en franco proceso de deterioro. Entonces, economía frenada más alza de precios solo podía dar un resultado: mayor pobreza.
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Pero el panorama con el que arrancamos este 2024 muestra algunas señales positivas. El riesgo de un fenómeno de El Niño durante el verano, que genere intensas lluvias y grandes huaicos ha venido disminuyendo. Esto genera cierta tranquilidad porque era un factor que podía impactar directamente sobre la inflación en la medida en que afecta la oferta de alimentos y sobre la recuperación de la economía.
Y de otro lado, si bien el panorama internacional sigue siendo tenso a nivel geopolítico, los agentes del mercado no prevén que la sangre llegue al río. Esto mantiene los precios de productos clave como el petróleo o los granos relativamente estables o con una ligera tendencia al alza. Aunque este escenario puede cambiar de manera intempestiva teniendo en cuenta lo volátil de la situación.
En todo caso, la fotografía del momento muestra una inflación que se ha venido desacelerando hasta haber retornado al límite superior del rango meta del BCR en estos primeros meses del año y con un fenómeno de El Niño que no generó, hasta el momento, estragos como en el pasado. Sin duda, un importante respiro para el ente emisor y para el Gobierno de Dina Boluarte.
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Ante la desaceleración de la inflación, el Banco Central ha venido aplicando una política monetaria mucho más expansiva con reducciones constantes de su tasa de interés de referencia. Esto tendría que impactar sobre la actividad económica de manera positiva, dado que incentiva una mayor liquidez en el mercado. Pero no es suficiente si no es acompañado por una política fiscal mucho más proactiva, y esto sí es trabajo del Gobierno.
Y desde el Ejecutivo hemos escuchado en repetidas oportunidades sus diferentes planes para reactivar la economía con “punches” y con “balas de plata”, pero hasta el momento no hay nada que entusiasme a los agentes económicos. Las palabras y los planes no se convierten en resultados concretos y eso solo genera un mayor nivel de desconfianza.
Probablemente desde el Gobierno van a tratar de colgarse medallitas que no les corresponde. Dirán que la economía ya se está recuperando y que la inflación está controlada. Pero seamos claros. Lo que tendremos estos primeros meses es un rebote estadístico porque el 2023 fue de espanto y los precios no están estables gracias a los “conpunches” ni a las “balas”.
Esperemos que desde el Ejecutivo también puedan aprovechar este espacio para lanzar algunas medidas que sí tengan un impacto real sobre la economía e incentiven la inversión privada; de lo contrario, tendremos que resignarnos a crecer un mediocre 2% o 3%, en el mejor de los escenarios.
Magíster en Economía, diplomado internacional en Comunicación, Periodismo y Sociedad, estudios en Gestión Empresarial e Innovación, y Gestión para la transformación. Cuento con más de 15 años de experiencia en el ejercicio del periodismo en medios tradicionales y digitales.
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