
El sector educativo en el Perú enfrenta un panorama retador, pero también lleno de oportunidades. Factores como el avance tecnológico, las demandas de un mercado laboral en constante cambio y las desigualdades en el acceso a la educación requieren una respuesta estratégica y proactiva por parte de las instituciones de educación superior.
Uno de los principales desafíos es la integración de herramientas tecnológicas y el desarrollo de competencias digitales en estudiantes y docentes, esenciales para responder a las exigencias de un entorno laboral global. No se trata solo de incorporar tecnología, sino de garantizar que su uso esté orientado a mejorar el aprendizaje y la formación profesional. Actualmente, existen recursos como la inteligencia artificial, la analítica de datos y la realidad aumentada, que permiten a los estudiantes experimentar situaciones y problemas complejos para proponer soluciones.
El aseguramiento de la calidad educativa es, igualmente, crucial. Esto implica, no solo la acreditación de programas académicos, sino también la creación de currículas que respondan a las demandas del mercado laboral y que promuevan habilidades como el pensamiento creativo, la adaptabilidad y la resiliencia. En ese aspecto, es fundamental que las instituciones reguladoras del sector definan un esquema de supervisión que involucre a las entidades ya licenciadas. Por su parte, las instituciones privadas pueden apostar por acreditaciones nacionales e internacionales. La acreditación que brinda el Instituto Internacional para el Aseguramiento de la Calidad IAC-CINDA, por ejemplo, certifica la mejora continua en aspectos como oferta académica, investigación, infraestructura, recursos humanos, servicios estudiantiles, responsabilidad social, entre otros.
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En ese sentido, cuando hablamos de educación de calidad, es inevitable resaltar la importancia de la investigación. La generación de conocimiento no solo fortalece el desarrollo académico, también tiene un impacto directo en la innovación, la solución de problemas reales y el crecimiento económico del país. Las universidades deben promover una cultura de investigación aplicada, que busque potenciar sectores estratégicos como la tecnología, la salud, la sostenibilidad y la productividad empresarial.
Reducir las brechas de acceso y promover la equidad en la educación también son tareas prioritarias. Programas de becas, estrategias de inclusión y una mayor presencia educativa en regiones menos desarrolladas pueden contribuir significativamente a un país más justo y competitivo. Saludamos los esfuerzos que se vienen realizando desde el PRONABEC, los cuales deben potenciarse a nivel de cobertura para alcanzar más regiones, y de acompañamiento a los becarios.
A través de la innovación, la inclusión y el impacto social, las instituciones educativas deben reafirmar su compromiso de formar profesionales que impulsen el desarrollo sostenible del país y respondan a los retos del futuro. Esto exige un esfuerzo conjunto de todas las instituciones educativas para construir un sistema inclusivo, competitivo y orientado al progreso.
POR MARTÍN SANTANA, RECTOR DE LA UNIVERSIDAD PRIVADA DEL NORTE (UPN)