Mario Vergara Silva, Docente de Posgrado de Esan
La mayoría de las congresistas de las bancadas de izquierda, elegidos junto al ex presidente involucrado en decenas de casos de corrupción, tenían entre sus propuestas iniciales, la de estatizar algunas empresas privadas del sector minero, hidrocarburo, e industrial, donde el Estado pasaría a ser propietario de algunas compañías.
Nuevamente la gran mayoría de los izquierdistas, plantean irresponsablemente cambiar nuestro actual modelo de economía social de mercado, hacia el control empresarial del estado. Considerando que nuestra actual carta magna sólo permite la participación subsidiaria del estado, sólo para casos de fuerza mayor.
Dicha propuesta nos embarcaría a todos los peruanos en un temerario proyecto populista, que nos haría recordar la nefasta dictadura militar que gobernó el Perú de 1968 a 1980, y que estatizó gran parte de las empresas privadas de pesca, petróleo y minería, empresas de tabaco, sal, arroz, trigo, leche y harina de pescado, y agroquímicos; así como líneas aéreas.
El efecto de la expropiación y sobre todo control de precios en estos mercados, fue devastador para la economía de todos los peruanos.
Es necesario recordar que antes de la Constitución de 1993 el Estado creó más de 200 empresas estatales con una planilla que consumía los escasos recursos fiscales recaudados, después de reducir al mínimo al sector privado, creando déficits fiscales que sobrepasaban el 12% del PBI. Y como no existía un Banco Central con autonomía constitucional, el gobierno comenzó a emitir billetes sin respaldo y se desató una de las hiperinflaciones más feroces de nuestra historia que bordeaban los 7600%.
Gracias al nuevo régimen económico de la Constitución de 1993 reducimos la pobreza del 60% de la población a 20% antes de la pandemia, triplicamos el PBI, y sumamos más de US$ 62,000 millones en reservas internacionales.
Volver al control empresarial del estado, sería un fracaso. Considerando que los peruanos aún mantienen con sus impuestos decenas de empresas estatales. Y Comparado con la gestión de una empresa privada, cuando ésta incurre en pérdidas continuas, simplemente quiebra y cierra; sin embargo, para el caso de las empresas estatales, sus pérdidas son absorbidas con las arcas fiscales y el total recaudado, mientras continúan operando.