Cofundador y presidente de Kunan
Un tercio de los consumidores en el mundo está cada vez más inclinado a comprar y pagar más por productos elaborados siguiendo altos estándares sociales y ambientales; es decir, cuyos impactos en el ambiente son nulos o mínimos y que son ofrecidos por empresas que respetan los derechos humanos, invierten en el desarrollo social y velan por que todos los eslabones de su cadena actúen de manera responsable. Un gran reto que no pueden enfrentar solas.
Para dimensionar la importancia de gestionar los impactos en las cadenas de suministro, según el Foro Económico Mundial, el 50% de las emisiones globales provienen de ocho industrias, entre ellas las de alimentos, electrónica, moda y construcción. A fin de hacer frente a este y otros retos de sostenibilidad, empresas líderes a nivel global optan por comprar productos o servicios de empresas sociales con el objetivo de amplificar su impacto positivo a través de la adquisición en sí misma. Así, no solo cumplen con comprar aquello que necesitan para su operación, sino también invierten y contribuyen con el desarrollo de organizaciones que están trabajando para reducir brechas sociales y ambientales.
Los beneficios de la proveeduría social trascienden al impacto que la empresa social genera con esos ingresos. Un estudio reciente de Acumen y Ikea Social Entrepreneurship indica que el trabajo con empresas sociales aporta nuevas perspectivas sobre diversidad e inclusión, sostenibilidad, impacto social e innovación a las empresas contratantes. Sobre este último punto, la oportunidad para transformar modelos de negocio a partir de la colaboración entre una empresa grande y una empresa social es importante, en especial por el conocimiento específico que tiene la empresa social sobre un problema en particular, los actores involucrados y el proceso de iteración que su solución ha experimentado.
Ahora bien, los desafíos en el Perú son mayores por los altos niveles de informalidad en el tejido empresarial. Sin embargo, ello no significa que el impacto social o ambiental detrás de una compra no sea necesario de gestionar. En primer lugar, las empresas grandes pueden buscar trabajar con pymes locales - y formales- para dinamizar la economía de la zona en la que operan. En segundo lugar, pueden buscar conectarse con empresas sociales para atender necesidades puntuales de compra. La Red Kunan, con más de 350 empresas sociales a nivel nacional, es una buena fuente para ello.
Pero quizás el reto más grande es la promoción de formalización. Para ello, podemos empezar por identificar con quienes trabajan los distintos proveedores con los que tenemos una relación para ver si en ese siguiente nivel hay oportunidades para cerrar brechas en la manera cómo operan. Podemos también invertir en programas de desarrollo de proveedores que incluyan una perspectiva de sostenibilidad para sus propias operaciones. Finalmente, no debemos solo priorizar precio al momento de efectuar procesos de compra, sino también evaluar aspectos sociales y ambientales del proveedor y, si se identifican aspectos de mejora, compartir buenas prácticas y acompañar su desarrollo para así contribuir con su crecimiento. No es un reto simple, pero sí necesario de afrontar para que tengamos una red de empresas, de todo tamaño, más diversa, articulada y formal.