La economía peruana se ha caracterizado en las últimas dos décadas por su fortaleza fiscal. El Perú tiene uno de los déficits fiscales más bajos de la región. Si nos comparamos con los países de la Alianza del Pacífico, Chile tiene un déficit de 1.8% del PBI y Colombia y México están alrededor de 4% del PBI. En cuanto a la deuda pública como porcentaje del PBI, la deuda peruana es la más baja de la región.
La fortaleza fiscal está basada en instituciones sólidas, mencionaré tres de las más importantes: la prohibición que tiene el Banco Central de Reserva de financiar al fisco, que está establecida en la Constitución desde 1993; sus reglas fiscales, que existen con algunos cambios desde 1999, las cuales establecen límites cuantitativos exigentes al déficit fiscal y a la deuda pública; y un Consejo Fiscal independiente, el cual se creó en el año 2013.
Sin embargo, estamos observando con cierta preocupación en el último año y medio que el déficit fiscal ha crecido desde 1% del PBI en abril del 2022 hasta 2.8% en octubre del 2023. Este crecimiento se ha debido, principalmente, a la caída sostenida de la recaudación, y se ha dado pese a que los gastos se han contraído desde los altos niveles que alcanzaron durante la pandemia. El actual nivel del déficit fiscal excede el límite de la regla fiscal para este año, que es de 2.4% del PBI.
Frente a ello, ha causado sorpresa que el Gobierno publique un decreto de urgencia que autoriza, diría obliga, al Banco de la Nación, el banco del Estado, a transferir al Tesoro Público, hasta el 31 de diciembre de 2023, la suma de mil millones de soles con cargo al monto estimado de las utilidades correspondiente al ejercicio 2023. El ministro de Economía y Finanzas, Alex Contreras, ha declarado en una reciente entrevista que se están adelantando estos recursos para cumplir la regla fiscal. El ministro ha señalado que “como el DU se ha aprobado recién, si se da la incorporación hoy de estos recursos, el déficit fiscal de noviembre pasaría de 2.8% a 2.6% del PBI en noviembre”.
No solo ello, en el MEF se estarían embalsando las devoluciones de impuestos para aparentar mayores ingresos netos; ya en el mes de octubre, las devoluciones de impuestos a los exportadores han sido menores en 400 millones de soles, respecto al mismo mes del año anterior, lo cual representa una contracción de 27%.
Finalmente, el ministro Contreras ha confesado que en el MEF cuando se ve un desvío de los ingresos y gastos, puede ajustar el gasto de la última semana, “esto porque se da mucho gasto público, pero muchas veces no son temas priorizados”, lo que resulta extraño porque solo se puede gastar lo que está en el presupuesto.
Lo que en realidad ocurre en los tres casos mencionados es que se trata de burdos maquillajes de cifras para poder aparentar que se va a cumplir con el límite de la regla fiscal para este año. Ya el Consejo Fiscal había alertado en varias oportunidades que considera inadecuado que las proyecciones de déficit fiscal coincidan con los límites de la regla fiscal, lo cual conlleva a incrementar el riesgo de incumplimiento de dicha regla.
El maquillaje del ministro está embalsando peligrosamente las cifras para el próximo año, en el cual el límite de la regla fiscal para el déficit es 2% del PBI.
Pero lo más preocupante es que las recientes proyecciones de ingresos del Marco Macroeconómico Multianual (MMM) están sobreestimadas. Así, la proyección de ingresos del Gobierno general del último MMM para el año 2023 es de 15.8% del PBI y la ejecución será de 15.1% del PBI, casi 1 punto del PBI por debajo. La preocupación es aún mayor al corroborar que las cifras de ingresos del MMM para el 2024 son mayores, cuando lo recomendable es que seamos conservadores en la cifra de ingresos en previsión de riesgos como el fenómeno de El Niño.
¿Cómo hará el ministro para asegurar la convergencia del déficit fiscal a 1% del PBI hacia el 2026? El MEF debe asegurar que los ingresos fiscales aumenten y cuando le preguntaron al ministro, en la entrevista comentada, si tiene alguna estrategia para incrementar los ingresos y su respuesta ha sido lanzar dos propuestas cuestionables.
La primera, el ministro está evaluando un paquete de medidas para generar incentivos para que se pueda repatriar capitales. El ministro está hablando de un “blanqueo”, cuando señala a “recursos que se han generado afuera”, los cuales podrían ser “repatriados por única vez a una tasa razonable”.
Cabe señalar que ya en el 2017 el Gobierno de Kuczynzki aplicó incentivos para repatriar capitales, lo cual fue un fracaso porque solo recaudó 900 millones de soles adicionales (0.1% del PBI). En la actual coyuntura de incertidumbre política y falta de confianza no llegaríamos ni a esa cifra. Además, estos incentivos si se aplican periódicamente, tienen el mismo efecto perverso de las amnistías: desincentivan el cumplimiento.
La segunda, el ministro no descarta elevar el impuesto selectivo al consumo (ISC), aunque, ha señalado, podría complicar un poco la convergencia a la inflación. Dado que dicha convergencia está dándose más rápido de lo que esperábamos, lo cual es una buena noticia atribuible al magnífico trabajo del BCRP, que podría ser que el ministro se anime a subir tasas de impuestos. Esto no sería nada recomendable no solo por los efectos contraproducentes en la eficiencia y en la evasión sino por el contexto de la caída de la producción manufacturera a tasas de dos dígitos.
En conclusión, no se observa un panorama fiscal alentador para nuestra economía en el 2024 y los años siguientes. El cumplimiento de las reglas fiscales está en riesgo para los próximos años y no bastará con el maquillaje del ministro.