CEO de Boost
Cuando el escándalo se vuelve una moda, pueden pasar dos cosas: Volverse un sello de marca provocadora, controversial y ser capaz de generar US$ 1,810 millones en ventas o achicharrarse por jugar con fuego.
Esto último es lo que vive la marca de lujo Balenciaga, que acostumbrada a encender las pasarelas y titulares con colecciones de zapatillas que parecían sucias o bolsas de basura como carteras, en los últimos días ha encendido el repudio y la indignación de sus influencers que hoy le prenden fuego a sus carteras y de personas en todas partes del mundo que tiran pintura en sus tiendas en señal de protesta. La razón: Su última campaña dirigida una vez más por Demma Gvasalia, director creativo de la marca quien no tuvo mejor idea que usar niños manipulando elementos vinculados al sado masoquismo. Pero eso no es todo, si haces zoom a la foto aparece como parte de la composición de la imagen, un extracto de un fallo judicial relacionado con la pornografía infantil.
La marca y el mismo Gvasalia han salido a pedir perdón, rechazar alguna asociación con promover pornografìa infantil y demandó por 25 millones de dólares a la productora y escenógrafo responsable de la foto ya que argumentan que ellos son los culpables de esta “imprudencia” (luego retiró la demanda y anunció donar esa misma cantidad a una ONG). Incluso el fotógrafo de la campaña ya se lavó las manos diciendo que él solo ilumina y toma la foto.
Hay opiniones divididas de qué es lo que realmente pasó. La mayoría dice que nada es casualidad en publicidad y estaban totalmente conscientes de lo que iban a hacer. Yo discrepo. Creo que Balenciaga jugó a la ruleta rusa todo este tiempo y se disparó. Confundió disrupción con autodestrucción por falta de dirección, control, procesos, todas esas palabras que nunca asociamos con un proceso creativo. La abominable campaña de Balenciaga no es un suicidio voluntario, son ellos apretando el gatillo pero por descuido, arrogancia, falta de responsabilidad y estupidez. Ser una marca disruptiva es una gran opción para diferenciarte pero nunca confundas hacer fuegos artificiales, con una granada de guerra que solo destruirá valor.