Economista y docente universitario
1. Generar riqueza es un imperativo moral en el Perú, destruirla resulta obsceno. La pobreza solo puede resolverse generando riqueza. Esta afirmación –casi tautológica– no debería ser difícil de entender. Sin embargo, el discurso y las acciones del nuevo gobierno están contribuyendo a destruir riqueza en nuestro país.
2. Hoy, tras apenas una semana en el poder, el valor de las empresas y de la mayor parte de activos en el Perú se redujo sustancialmente. El tipo de cambio rompió la barrera de 4 soles por dólar, muchos planes de inversión se han paralizado y se anuncia que la calificación del país se revisará a la baja. Los efectos perversos del discurso antimercado del partido Perú Libre se evidencian con los cambios ocurridos entre el 31 de marzo y el 2 de agosto en las siguientes variables: el índice general de la BVL cayó en 16.5%, la capitalización bursátil se redujo en 30,000 millones de dólares, el riesgo país se incrementó en 40 puntos base y el sol se depreció en 8.1%, con lo que el salario mínimo pasó de cerca de US$ 250 a poco menos de US$ 230 mensuales.
3. Con ingresos menores en dólares, en un contexto de precios mundiales de los alimentos más altos, las familias pobres están pagando muy caro por este error político: están comiendo menos. Ante esta constatación, probablemente vendrán las recomendaciones de controlar el tipo de cambio, congelar los precios de los alimentos, decretar aumentos en los salarios y hasta denunciar penalmente a los directores del Banco Central por la subida del dólar. Increíblemente, ¡esto último ya ocurrió! La falta de sensatez cunde y nos pasará la cuenta, sobre todo a los que menos tienen, a los que supuestamente este gobierno busca proteger.
4. Sabemos que enfrentar las secuelas de la pandemia y atender las enormes demandas sociales requerirá de cuantiosos recursos fiscales y, sobre todo, de una mejora sustancial en la gestión del Estado. Para mejorar la recaudación fiscal de manera sostenible, se requiere dinamizar el crecimiento y, por lo tanto, la inversión –pues no hay crecimiento sin inversión–. Y para que estos recursos fiscales se gasten bien –con eficiencia y transparencia– se necesita de excelentes gestores, profesionales con experiencia y probos. Sin embargo, lo que constatamos es que se está ahuyentando la inversión y convocando a personas no calificadas en puestos claves del Estado. Y estos errores gubernamentales, ¿quién los pagará?
5. Hace 10 años, tras la elección de Ollanta Humala, en esta misma columna escribí: “Sea consciente [presidente Humala] de que, en el margen, cada punto menos de inversión (como % del PBI) equivale aproximadamente a 0.2% más de pobreza (60,000 pobres más). Si la inversión anual se contrae en tres puntos del PBI, al final de su gobierno habrá cerca de un millón de pobres más de los que habría en el escenario de mayor inversión. Evidentemente, señor presidente, su compromiso con los pobres debe traducirse en un compromiso con el fomento de la inversión privada.” Hoy, le alcanzo la misma reflexión al presidente Castillo y a su equipo económico, pero les hago notar que las proyecciones de reducción en la inversión son mucho mayores que en aquel entonces.
6. Pedro Castillo nos dijo que el suyo será “un gobierno del pueblo y para el pueblo”, comprometido con el bienestar de “los nadies”. No obstante, lo que hemos visto hasta hoy es que es un gobierno de Perú Libre y para Perú Libre, que en su afán de copar el poder está incurriendo en graves errores, cuyo costo lo vamos a pagar todos, especialmente aquellos que juró proteger. ¡Urge recapacitar y enmendar el rumbo!