Escribe: Carlos Anderson, congresista de la República.
Esta semana, las Naciones Unidas anunciaron la firma de una “Declaración sobre Generaciones Futuras” (DFG, sus siglas en inglés) como punto culminante de la Cumbre del Futuro –una brillante iniciativa del propio secretario general, Antonio Guterres–. La idea es muy sencilla: lograr que los Estados miembros–incluido el Perú–den pasos efectivos para incorporar los “intereses de las generaciones futuras” al momento de tomar decisiones, ya sean de carácter nacional o global.
LEA TAMBIÉN: Pagando el costo de las reformas inconclusas
¿Cuáles son esos intereses y cómo podrían ser tomados en cuenta en el diseño de políticas que tengan en cuenta intereses inter generacionales en vista de que “los recursos no son infinitos y más bien son escasos” ? Después de todo, nos estamos refiriendo a “futuras generaciones” cuyas circunstancias, deseos, prioridades e intereses simplemente no conocemos. Como tampoco conocemos quién–específicamente–las representa.
Para sortear estos temas y responder con claridad estas preguntas, la DFG buscaba, entre otras cosas, que cada Estado miembro siguiera el ejemplo de Gales–uno de los países miembros del Reino Unido de Gran Bretaña–y nombrara a su propio Futures Generations Commisioner, esto es, alguien dentro del aparato burocrático del Estado que tenga como única misión “velar por los intereses de las generaciones futuras”. La propuesta, sin embargo, no alcanzó el consenso necesario y por tanto no figura entre los compromisos de la declaración final.
LEA TAMBIÉN: Tres pilares de una fortaleza económica
En cuanto a los intereses, desde siempre ha habido un reconocimiento–enmarcado en la propia carta fundacional de Naciones Unidas–de la necesidad y el compromiso de los Estados miembros “para trabajar juntos en pro del futuro común de las generaciones actuales y futuras”. Pero, ¿qué significa esto de manera concreta? Cuáles son esos intereses que deben ser protegidos y tomados en cuenta a la hora de tomar decisiones. Como en la famosa respuesta de Borges a la pregunta de qué significa estar enamorado (”si me lo preguntan, no lo sé; si no me preguntan, sí lo sé –o algo por el estilo) dichos intereses deberían ser obvios: que las futuras generaciones tengan una vida mejor o por lo menos no peor que la que tiene la generación actual–lo que en el lingo de los economistas llamamos “equilibrio de Pareto”.
Para que quede más claro, vayamos a un par de ejemplos. Uno, la decisión de intentar un cuarto rescate de Petroperú (cerca de 2 mil millones de dólares), toma en cuenta los intereses de las futuras generaciones? Veamos. Para comenzar, se trata de una empresa quebrada por el peso de una deuda impagable sin ayuda del Estado, localizada firmemente en una industria del pasado. La ayuda está siendo dada casi sin condiciones ni expectativas razonables de que “esta vez” las cosas sean diferentes y la empresa por fin retorne a la viabilidad financiera y operativa. Por último, la motivación detrás del nuevo salvataje es sobre todo política y responde a las urgencias de hoy sin mayor consideración por el mañana.
LEA TAMBIÉN: Despidos por (nuevas) causas tecnológicas
¿Qué usos alternativos podría darse al dinero del salvataje que de manera explícita tengan un impacto positivo sobre las generaciones futuras? Aquí la imaginación vuela en vista de la inmensidad de las carencias actuales. Dejo a cada lector hacer “su propia lista” teniendo como referencia que el entusiasmo desarrollista y de futuro del Puerto de Chancay resulta de una inversión privada de “apenas” 1,300 millones de dólares. Una bicoca comparada con los más de 3,500 millones de dólares otorgados a Petroperú en las dos últimas operaciones de salvataje.
Pero quizás el mejor ejemplo de las disyuntivas inter generacionales es el que se da a la hora de diseñar, debatir y aprobar el presupuesto general de la República. En teoría, el Presupuesto Anual de la Nación debería ir construyendo el futuro a partir de las decisiones anuales en torno a sectores claves como educación, salud, seguridad, infraestructura, etc. En la práctica, el presupuesto se construye sobre la base de necesidades inmediatas –sobretodo las que se derivan de las urgencias, intereses y limitaciones que imponen nuestra disfuncional política–. Conocido es, por ejemplo, el Anexo 5 del presupuesto donde cada año se localizan los proyectos mimados de congresistas, alcaldes, gobernadores regionales para los cuales no hay mayor argumento que la necesidad política de ganarse simpatías con el dinero de todos los contribuyentes.
LEA TAMBIÉN: Tipo de cambio y el recorte de la FED: ¿La calma antes de la tormenta?
Urge cambiar esta dinámica. El presupuesto debe convertirse en la base sobre la cual se diseña el Perú de las generaciones futuras. Las leyes deben superar no solo criterios de costo/beneficio sino también criterios relacionados con su efecto de largo plazo, positivas y negativas.
Nuestra responsabilidad no puede limitarse al Perú de hoy. Nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos nos juzgarán por las decisiones que tomamos y las que no tomamos hoy y que de manera inexorable construyen el país en el que tendrán que vivir sin haber tenido el beneficio de participar en tales decisiones. De eso se trata la Declaración sobre Generaciones Futuras.
Comienza a destacar en el mundo empresarial recibiendo las noticias más exclusivas del día en tu bandeja Aquí. Si aún no tienes una cuenta, Regístrate gratis y sé parte de nuestra comunidad.