Es evidente que la oportunidad de explotar el comercio terrestre con Brasil es significativa para los empresarios peruanos. (Foto: Difusión)
Es evidente que la oportunidad de explotar el comercio terrestre con Brasil es significativa para los empresarios peruanos. (Foto: Difusión)

Henry Álvarez

Gerente central de MAXIMIXE Economía

En la costa peruana, un conjunto de agroexportadores ha optado por explorar nuevas posibilidades para la expansión de sus cultivos de uvas y arándanos. Han identificado el enorme potencial que existe mediante el comercio con Brasil, iniciando con estados noroccidentales como Acre y Rondonia, para luego ingresar al resto del gigante sudamericano. En la actualidad, se ha vuelto cada vez más frecuente que quienes desean exportar a Brasil no se restrinjan solo a los envíos marítimos y aéreos (casi 90% de las exportaciones), sino que también perciban la ruta terrestre como una excelente oportunidad para potenciar sus negocios y acceder a nuevos mercados.

Es evidente que la oportunidad de explotar el comercio terrestre con Brasil es significativa para los empresarios peruanos. Según el estudio “Oportunidades de Comercio Perú-Brasil” realizado por la consultora MAXIMIXE, el flujo comercial bilateral (exportaciones e importaciones) sumó US$ 5,461 millones en 2022, un 27% más que el año previo, consolidando a Brasil como el tercer socio comercial del Perú. Así, la ruta carretera que une ambos países se presenta como una palanca para seguir incrementando el comercio al acceder a un mercado amplio y alentador para vender productos peruanos e importar productos brasileños con alta demanda local, lo que a la postre da mayor chance para el aumento de los ingresos y la competitividad, impulsando finalmente el desarrollo económico nacional y en particular de la macro región sur.

Sin embargo, el estudio también destaca la persistencia de múltiples obstáculos que han limitado el crecimiento comercial carretero del sur (se anticipaban mayores ritmos y magnitudes cuando se construyeron los tramos 2 y 3 de la IIRSA SUR). Este decalaje se atribuye principalmente al descuido de un argumento clave para su construcción: la facilitación e integración del comercio. Entre estos obstáculos se tienen: (1) la presencia de barreras no arancelarias, (2) deficiencias en infraestructura y conectividad, (3) limitaciones en los servicios de control fronterizo, (4) normatividad complicada y procedimientos engorrosos, (5) escasez de servicios logísticos de soporte, (6) limitaciones de las vías de transporte y conexiones intermodales, (7) bajos niveles de facilitación del comercio, y (8) ausencia de incentivos fiscales y facilidades para la inversión.

La resolución de estos desafíos no es trivial e implica un esfuerzo considerable para agilizar procesos, optimizar la infraestructura fronteriza, incentivar la coordinación aduanera entre Perú y Brasil, y estimular la inversión privada en el desarrollo de esta ruta. Además, es crucial mantener un enfoque en el comercio sostenible y ecológico, incentivando una agricultura consciente y la preservación de nuestros recursos naturales.

Existen pruebas de que estas metas son alcanzables; la carretera Interoceánica Sur ha elevado el comercio bilateral en casi un 50% desde la inauguración de los tramos 2 y 3 en 2012. Esta vía tiene el potencial de beneficiar a comerciantes de 8 regiones peruanas, como Ica, Arequipa, Ayacucho, Moquegua, Cusco, Apurímac, Puno y Madre de Dios.

En el contexto del comercio, el estudio resalta la importancia de establecer la Zona Económica Especial de Madre de Dios, la cual propone incentivos que impulsarán la inversión y el comercio en la región. Según cálculos de MAXIMIXE, de haber existido un área de este tipo en la región citada, las exportaciones peruanas a Brasil mediante la IIRSA SUR habrían aumentado en 2022 un 75.4% (adicionales US$ 899,000), alcanzando casi US$ 2 millones.

Adicionalmente, el área facilitará los trámites aduaneros y proporcionará un ambiente propicio para las empresas. Esta acción robustecerá las relaciones comerciales y fomentará el desarrollo regional, consolidando la carretera como una ruta efectiva para el comercio binacional. Sin embargo, para su ejecución se han presentado varios proyectos de ley que ya llevan más de una década pendientes (N° 4371/2010 y N° 2513/2012) de materialización; y si se suma el que propone la creación del “Parque Industrial de Madre de Dios”, ya lleva 15 años de letargo (Nº 3427/2009).

Estas barreras demuestran que, aunque la carretera está en condiciones para facilitar el crecimiento, no se está aprovechando al máximo debido a los obstáculos mencionados, afectando no solo a los empresarios, sino también a las comunidades locales y a la economía regional. Superar estos desafíos demandará un esfuerzo colaborativo entre el sector público y privado.

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