Presidente de Apeseg
Hace 20 años era frecuente ver esta imagen. Yace un cuerpo maltrecho en la vía, cubierto de manera imperfecta con papel periódico y unas piedras para que el espeluznante espectáculo sea tolerable para cada vehículo que solo amaga detenerse, pero sigue su camino. Nadie sabe si la mujer que yace en la pista se pudo salvar. Alguien se apiadó y la tapó, el resto solo se apuran en persignarse para que la desafortunada víctima tenga paz eterna. Nadie sabe si sus familiares se enterarán quien fue. Hace 20 años nadie tenía celulares para grabar videos incriminadores, y ninguna vía tenía cámaras que captaran al chofer que inhumanamente dejaba a su víctima a su suerte luego de atropellarla.
En la amplia mayoría de países en la región no se exigía a los conductores de manera obligatoria la contratación de un seguro para cubrir tanto los daños materiales a terceros, como las posibles lesiones o inclusive la muerte que podemos causar en terceros en un accidente. En el Perú hace 20 años se optó por priorizar la atención de los gastos asociados a los daños en la salud de las personas, y se creó el Seguro Obligatorio de Accidentes de Tránsito - SOAT, en línea con lo que ya habían implementado tanto en Chile como en Colombia a fines de los ochenta.
El objetivo de la norma era proteger financieramente de manera oportuna a las víctimas de los accidentes y para eso era esencial que no exista un proceso previo de investigación y determinación de responsabilidades. Las vidas se pueden salvar solo si la atención es oportuna. Por ello la premisa era que todo vehículo circulando debía contar con un SOAT y así lograr que nadie preguntara ¿y quién va a pagar esta cuenta? Pero siendo conscientes que estamos en el Perú y las normas no se cumplen de manera escrupulosa, se previó crear un fondo que cubra aquellos casos en que hubiese “choque y fuga”.
La potencia de este mecanismo de seguridad social es que permite dar cobertura universal a todas las víctimas, de manera limitada (las coberturas están fijadas por ley); y de forma solidaria, pues con los pequeños aportes de cada SOAT se puede financiar los gastos de atención médica, las indemnizaciones por sepelio y fallecimiento cuando lamentablemente sea el caso, o las indemnizaciones por invalidez permanente o incapacidad temporal.
En estos primeros 20 años el SOAT ha atendido a 1.5 millones de personas de manera oportuna. Gracias a mejoras constantes en la gestión de los siniestros, al proceso de digitalización que ha permitido reemplazar casi en su totalidad al SOAT físico por el electrónico; y el ingreso de nuevas aseguradoras a este mercado el costo del SOAT para vehículos livianos se ha reducido a casi la cuarta parte de los que costaba al inicio.
En el 2006, los legisladores, pensando en los votos y no en la debida atención de las víctimas, crearon al costado del SOAT el CAT, administrado por las AFOCAT casi como una suerte de autoseguro para las empresas de transporte locales, pero que difícilmente podrían tener las espaldas financieras para respaldar el pago de las coberturas oportunamente. A las AFOCAT se les autorizó a vender CAT (que tienen las mismas coberturas del SOAT) pero exclusivamente a los vehículos de servicio público que hacen viajes en su misma región.
En los últimos años varias (14) AFOCAT fueron cerradas por la SBS por incumplir con las atenciones que la ley obliga dejando en desamparo a las víctimas. Y desde el inicio, las AFOCAT han querido vender nacionalmente sus CAT. El problema es que si quieren hacerlo deberían tener las mismas reglas de supervisión y de garantía financiera que las compañías de seguros cumplen.
Hoy un proyecto que circula en el Congreso pretende darle este beneficio a las AFOCAT y permitirles ampliar su cobertura más allá del ámbito regional sin medir las consecuencias sobre la oportuna protección de las víctimas de accidentes. La competencia siempre será bienvenida, pero siempre que sea con las mismas reglas para todos.
Las AFOCAT no pagan IGV, con eso consiguen ser 18% más baratos. Si van a vender un servicio y tendrán utilidad al hacerlo deberían constituirse como empresas no como asociaciones.
Para poder responder las aseguradoras que comercializan SOAT tienen un sólido respaldo financiero pues la SBS debe aprobar las notas técnicas de sus pólizas donde se sustenta cómo serán capaces de atender a las víctimas. Las AFOCAT solo buscan tener un fondo de garantía mínimo de 500,000 soles, a pesar de que un accidente grave como el incendio en Villa El Salvador o el bus que volcó en Pasamayo implicaron 2 o 3 veces esa suma en indemnizaciones. ¿Cómo atenderá a las víctimas si no tiene recursos?
El propósito del SOAT o de las CAT es atender a las víctimas, endulzar el proyecto de ley prometiendo que se va a financiar una parte del gasto de las ollas comunes con un porcentaje de las ventas es desnaturalizar su propósito. Financiar las ollas comunes es una prioridad nacional y por ello se utilizan recursos del presupuesto público para hacerlo. Como siempre hay espacios de mejora regulatoria en el SOAT, pero permitir que las AFOCAT vendan a cualquiera en cualquier parte del país sin que antes cumplan las mismas reglas es desproteger a las víctimas.
La creación del SOAT modificó por completo la atención de las víctimas de accidentes de tránsito. Como en todo aspecto, siempre se puede mejorar detalles de su funcionamiento, pero lo que nunca debe cambiar es el espíritu social que inspiró su creación: garantizar la oportuna atención a las víctimas de accidentes de tránsito.