Juan Carlos Rizo-Patrón
Gerente general de Marsh
La COVID-19 continúa afectando a todo el mundo. Esta pandemia, además de generarnos millones de pérdidas humanas, también nos ha puesto en la peor contracción económica latinoamericana en 100 años, según la Cepal (Comisión Económica para América Latina y el Caribe).
Asimismo, de acuerdo al Fondo Monetario Internacional, Latinoamérica experimentará una contracción en 2020 equivalente a lo sucedido tras el crack del 29.
En este contexto, Perú no es la excepción. De acuerdo al último reporte del FMI, se ha proyectado una caída del Producto Bruto Interno (PBI) peruano de 13.9% al cierre del 2020, lo que significa una pérdida de US$ 32,018 millones, de acuerdo a los montos establecidos por el BCR.
Considerando esta proyección, un reciente informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) prevé que se perdería casi 1,5millones de empleos más este año como secuela de la pandemia del Coronavirus.
Las pandemias materializan riesgos de gran escala que generan pérdidas simultáneas en el mundo entero y de amplio alcance, las cuales impactan directamente a los principios de mutualidad y de diversificación geográfica, que son la base para la valorización de los productos de seguros.
Luego de todos estos meses, ha quedado en evidencia que las soluciones tradicionales de seguros y transferencia del riesgo no pueden aportar la protección necesaria frente a los inmensos costos económicos de la COVID-19. Solo para explicarlo de manera sencilla, si consideramos que las primas suscritas de las aseguradoras en el país totalizan US$ 4.3 millones, éstas podrían cubrir sólo el 13% de la pérdida que se prevé para el cierre de este año.
Por tanto, necesitamos contar con una estructura de protección sólida contra las pandemias, que incluya una participación activa de los diversos actores relevantes como las aseguradoras, asegurados, sector privado y el Estado. Las limitaciones existentes en las coberturas de seguros generan la necesidad de estructurar mecanismos que promuevan la resiliencia de la economía frente a futuras pandemias, más aún cuando se evidencia que el propio mercado asegurador local no cuenta con la capacidad financiera necesaria para poner a disposición coberturas para pérdidas a consecuencia de estos eventos y aprecios accesibles para los asegurados.
Tras la interdependencia existente entre el sector público y privado para dinamizar la economía y desarrollo del país, es necesario un esfuerzo conjunto y coordinado entre estos sectores, por lo cual se propone la constitución de una Asociación Público Privada con el propósito de definir una estrategia coordinada que será fundamental para hacer frente con el mayor éxito posible una situación como laque hoy estamos viviendo. Soluciones similares de colaboración público-privada para mitigar riesgos donde los límites requeridos de cobertura exceden a la capacidad del mercado asegurador existen en todo el mundo. Casos como el requerimiento de cobertura por terrorismo, seguido al atentado de las Torres Gemelas en el 2001, o el apoyo que tiene que dar el Estado en las zonas sujetas a riesgos de inundaciones o huracanes, donde las compañías de seguro no tienen la capacidad de otorgar el 100% dela cobertura, requieren de este tipo de colaboración.
Un caso de este tipo de soluciones, fue la iniciativa del Banco Mundial del 2018, en el que los países de la Alianza del Pacífico, incluyéndonos, contrataron de manera conjunta un bono catastrófico para terremotos. Es así que, en el 2019, cuando ocurre el terremoto en Loreto, nuestro país recibió una indemnización por cerca de US$60 millones.
Legisladores en todo el mundo ya están considerando diferentes soluciones en forma de “pools” de riesgo público-privado. Inclusive, la OCDE y diferentes comités de la Unión Europea promueven activamente el desarrollo de este tipo de iniciativas capaces de fortalecer la resiliencia nacional y organizacional. A la fecha podríamos citar algunos ejemplos como en Reino Unido, donde ya se han planteado grupos de discusión de la industria aseguradora para la creación de un seguro contra pandemias (“UK Pandemic Re”).
El objetivo de esta propuesta es integrar a todos los grupos de interés y crear una estructura de respaldo económico a las consecuencias catastróficas de una futura pandemia para los mercados re/aseguradores, los asegurados y los gobiernos, de manera que el seguro pueda cumplir su función de mitigar el impacto económico que este evento genere en el país.
Como lo mencionaba anteriormente, una de las principales lecciones del coronavirus es que ciertos riesgos, como las pandemias, los ciberataques masivos o el terrorismo, son demasiado grandes paraqué el gobierno o el sector privado los manejen solos, y demasiado importantes para ignorarlos. Por tanto, es importante considerar que una distribución apropiada del riesgo entre diversos actores del país, es la mejor respuesta a las limitaciones de cobertura actual.