Un claro ejemplo de una fábula para comprender lo que pasa con los emprendedores en el Perú, según lo detalla José Luis Silva. (Foto: GEC)
Un claro ejemplo de una fábula para comprender lo que pasa con los emprendedores en el Perú, según lo detalla José Luis Silva. (Foto: GEC)

José Luis Silva

En la fábula de la hormiga y la cigarra, a los niños se nos enseñaba a ser responsables, la importancia que tiene el trabajo, el prever que pueden venir épocas difíciles y muchas otras enseñanzas positivas.

En esta fábula la hormiga era la que representaba todos los principios y valores positivos. La otra cara de la moneda era la cigarra, floja, descuidada y despreocupada.

Hoy, lamentablemente vemos con mucha preocupación que lo que antes simbolizaban ahora se han invertido.

En el Perú hay millones de emprendedores, que arriesgan su patrimonio, que trabajan más horas que nadie, los siete días a la semana. Con el tiempo, muchos de ellos se convierten en empresarios, generando puestos de trabajo, pagando impuestos, generando desarrollo y crecimiento.

Los beneficios del esfuerzo de los emprendedores, normalmente lo ven los hijos quienes pueden acceder a una mejor educación, en muchos casos universitaria. Por ello, los emprendedores generan familias emprendedoras.

Ejemplos de emprendedores convertidos en empresarios, hay miles:

Tenemos el esforzado descendiente chino, que puso una pequeña bodega, la cual se convirtió en la mayor cadena de supermercados.

El obrero de una empresa textil, quien junto a su esposa vendían saldos que la empresa en la que laboraba les fiaba, luego fundaron la que sería una de las principales empresas de confecciones.

Tres hermanos de Abancay que vinieron a Lima a ganarse la vida, después de muchas vicisitudes, fundaron su pequeña fábrica de pinturas en un local de 100m2, hoy son propietarios de una planta en un local de 65,000 m2.

El ingeniero que trabajaba para una mina extranjera, el cual decidió empezar con su propio denuncio minero; para terminar siendo dueño de una de las minas más grandes del Perú, con presencia en distintas regiones y dando miles de puestos de trabajo.

La familia ayacuchana, que en plena época del terrorismo llenaba gaseosas en la sala de su casa; para luego convertirse en una de las compañías más grandes de gaseosas del mundo.

Lo cierto es que Perú, es de los primeros en emprendedurismo, dicen que la necesidad del ingenio, creatividad e inventiva. Gracias a los millones de emprendedores/empresarios, es que nuestro país viene prosperando los últimos años.

Son estos, los que en plena pandemia salieron a apoyar, fueron los que donaron plantas de oxígeno, respiradores, material médico, alimentos, material de limpieza y muchas otras cosas.

Lamentablemente, esa actitud de querer mejorar, de sacar adelante a la familia, la empresa y el país; no ha sido acompañada desde el Estado.

Mientras los emprendedores/empresarios se han dedicado a generar bienestar a todos los peruanos, otro grupo de gente vio como fuente de vida, el vivir de lo que otros generaban.

Arropados como defensores de los derechos de las mayorías y minorías, esconden sus más bajas intenciones; su único interés es vivir parasitando el Estado, vivir de los impuestos que generan los emprendedores/empresarios.

Una nueva casta se creó, la cual se autodenominó como “Sociedad Civil”, arrogándose una representación que nadie les dio. A través de estas organizaciones de la sociedad civil y a través de sus voceros, lo único que han hecho en los últimos 20 años, fue criticar el modelo que ha ayudado o sacar a millones de personas de la pobreza.

Cuando han llegado a alcaldías o gobernaciones, demostraron que solo servían para criticar, pero no para gestionar, ejemplos sobran:

La ex alcaldesa, que su mayor mérito fue lavar banderas en protesta por la corrupción, además de ser una total incapaz para manejar la ciudad, resultó ser una corrupta, a la cual no le interesaba todo lo que decía defender.

El profesor elegido presidente regional, que ganó el voto popular, atacando a la minería porque destruía la agricultura. Al final de su gestión, ahuyentó la minería, la agricultura y ganadería en su región cayó, dejando a los niños con uno de los peores niveles educativos a nivel nacional.

La lista puede ser interminable, sin embargo sus discursos son muy atractivos, sobretodo para los jóvenes que no han vivido, las épocas de hiperinflación o terrorismo.

Luchar contra la corrupción, mejorar la salud y la educación, cambio climático, cuidado del medio ambiente, igualdad de género y muchas banderas más; problemas universales por la que todos estamos preocupados.

El problema es que mientras que los buenos emprendedores/empresarios están preocupados, ellos se ocupan de hacer marchas, protestar, hacer ONGs, generar corriente de opinión, entre otras cosas.

Con la pandemia ha quedado claro, son buenos para hablar, pero finalmente no hacen nada. Es más, cuando los emprendedores/empresarios quisieron apoyar, sus representantes en el ejecutivo, demoraron las donaciones de plantas y medicinas, que hubiesen salvado miles de vidas.

Ahora se nos dice que los trabajadores de empresas formales tienen la suerte, es decir tienen un privilegio que la mayoría no tiene. Ese es el motivo por el cual, se niega que millones de peruanos no pueden ser vacunados, por sus propias empresas.

Es decir, el esfuerzo hecho por los emprendedores/empresarios que trabajamos como hormigas está mal, las cigarras que han vivido del Estado dando asesorías o parasitando a través de sus ONGs, son los buenos que quieren que todos los peruanos seamos iguales y que todos se mueran por la incapacidad de sus representantes en el gobierno.

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