Presidente de Apeseg
Gobernar es un ejercicio que requiere priorizar tareas, resolver problemas y reclutar equipos que se hagan cargo de estas tareas. La calidad de esos equipos junto con la capacidad de los líderes de transmitir una visión de la tarea por delante hará más eficaz al gobierno. Algunos comentarios sobre la difícil tarea de gobernar.
[1] Emergencias, urgencias y tareas importantes. Han pasado 4 meses de este gobierno y luego de los primeros tropiezos va quedando más claro lo que el gobierno quiere hacer. La pandemia aún sigue siendo la prioridad, porque es la única tarea en la que se puede exhibir un buen resultado. Salir del modo emergencia sanitaria nos permitirá poner en la mesa de trabajo otros temas que han quedado relegados, porque lo urgente siempre se impone a lo importante. En esta línea, el regreso a clases parece esa tarea importante que reclama ser urgente. No lo es iniciar un proceso constituyente. Pero sí debería serlo el reformar el proceso de descentralización, sobre todo para un presidente provinciano que sabe que ese proceso ha traído pocos beneficios para el ciudadano a costa de un absurdo desperdicio de recursos. Son tareas importantes, que requieren convocar a un diálogo franco, sin ideologías como guía, y donde el diseño como la implementación requieren constante monitoreo. No nos equivoquemos simplemente poniendo más recursos presupuestales en una maquinaria que no produce bienestar a los ciudadanos.
[2] Gobernar el flujo, no el stock. El gobierno está sentado encima de un boom de precios de minerales, que para variar no sabemos si durará unos meses o unos años. La recaudación tributaria de la minería se multiplicará por tres el próximo año, sin que el gobierno haga nada. Esto será fruto tardío de la reforma del 2011. Estos recursos extras llegan en el momento preciso en que necesitamos reponer los ahorros gastados por la pandemia.
Todo gobierno debe definir su balance entre crecimiento y redistribución, pero lo más importante es entender que ese balance se define mirando el horizonte temporal. No solo se trata de redistribuir más hoy con lo que hay (el stock) sino preocuparse hoy que el flujo (la nueva inversión) sea mayor y mañana tengamos un stock más grande que repartir. Si nos equivocamos en este balance, la grata tarea de repartir mucho ahora se convertirá en la ingrata tarea de repartir poco o nada mañana. En este tema, el gobierno sigue al debe.
[3] Los objetivos y las herramientas. Todos los actores están de acuerdo en que nuestro fragmentado sistema de salud no le es útil al ciudadano. Si necesito una operación, pero hay meses de colas, y solo puedo esperar. Si me atienden en un sitio diferente al usual, me tienen que hacer todos los exámenes otra vez porque mi historia clínica no viaja conmigo. El objetivo de unificar si se refiere a hacerlos interoperables es muy válido; pero si los unimos en su falta de interoperabilidad no le servirán al ciudadano y la reforma debería priorizar al ciudadano. Por ello, el esfuerzo de la reforma no debería estar en la unificación burocrática sino en las herramientas que habiliten que los sistemas trabajen de manera interoperable para el ciudadano. El objetivo de la reforma es salud oportuna, de calidad, sin pagos excesivos, no un único membrete.
Otro mal ejemplo de esto es la obsesión por el Ministerio de Ciencia y Tecnología. ¿En qué siglo estamos? Cada ministerio debe utilizar, promover herramientas novedosas para servir mejor al ciudadano. No necesitamos un único ministerio haciendo eso, necesitamos que todos lo hagan.
[4] El legado y el liderazgo. Es complicado fijar prioridades en un gobierno, pero lo cierto es que cualquier líder debe pensar desde el primer día en cuál será su legado y trabajar en ello consistentemente. Resultaba casi obvio que este gobierno optaría por lograr mejorar la provisión de alguno de los servicios básicos al ciudadano (salud, educación, seguridad, justicia). No está mal en reconocer que la tarea es ardua, compleja y los frutos se irán viendo en el camino. Pretender que una nueva Constitución es imprescindible para esto, es simplemente no entender cómo funciona la economía y el país. El gobierno debe priorizar la estabilidad e idoneidad del equipo a cargo de dicha tarea.
No dejemos que la guerra ideológica sea la que domine la agenda, cuando hay tantas tareas pendientes que requieren trabajo, trabajo y más trabajo.