* Economista PAD–Escuela de Dirección. ** Director Phase Consultores
El índice de precios al consumidor (IPC) es un indicador que, a través del seguimiento a una canasta de consumo, trata de cuantificar los cambios en el poder adquisitivo de las familias a lo largo del tiempo. Mediante su uso se pueden comparar gastos nominales realizados en distintos períodos pasándolos a gastos en términos “reales”. Es decir, con él podemos pasar de comparar valores a comparar volúmenes.
Sin embargo, en el contexto actual, los alimentos vienen sufriendo presiones por encima de lo que nos indica la evolución del IPC. Esto es importante debido a que mientras menores sean los ingresos de las familias, mayor va a ser la presión al alza de su gasto, por lo que la medición convencional de la inflación puede estar subestimando, para los más pobres, la pérdida de bienestar generada por los mayores precios de alimentos.
Es por ello que, alternativamente, proponemos el uso del Índice de Precios de Alimentos Básicos Consumidos (ABC), el cual ha sido construido sobre la base de los 27 productos alimenticios que, en línea por lo señalado en la Encuesta Nacional de Hogares del INEI, son habitualmente consumidos en los segmentos rural y urbano de costa, sierra y selva, así como en Lima Metropolitana. Entre estos alimentos, por ejemplo, se encuentran arroz, pollo, papa blanca, cebolla, tomate, aceite y huevos.
Importancia
Para entender la importancia del índice ABC, como especial complemento al IPC, veamos las variaciones de precios registradas desde julio del año pasado hasta el pasado mes de abril. Para el caso de Lima Metropolitana, la inflación medida convencionalmente a través del IPC ha sido de 6.1% y para el segmento del grupo oficial de alimentos, este se ha incrementado en 9.3% durante el mismo período. Ahora bien, en contraste, para el mismo período, el índice ABC registra un incremento de 12.7%. Es decir, la pérdida de poder adquisitivo y de bienestar para las personas de menor ingreso, habría sido más del doble de la que en principio se observa mediante el tradicional IPC.
Esto se complica aún más en la medida que el índice ABC también muestra mucho mayor volatilidad que la de los otros dos índices comparados: su ratio desviación estándar/promedio en el período señalado es de 1.32, frente al 0.86 obtenido para el índice de alimentos estimado por el INEI y al 0.67 correspondiente a la canasta de consumo total del IPC.
Utilidad práctica
Dos elementos a considerar para darle utilidad práctica al Índice ABC. El primero es que si se quiere mantener la capacidad de compra de las personas de menor ingreso, que tienen una mayor participación de alimentos en su consumo, el índice de precios general puede estar subestimando su pérdida de bienestar en el contexto actual, por lo que aplicar para estos segmentos una corrección a valores reales basada en dicho índice probablemente resulte insuficiente.
El segundo es que en la nueva canasta de consumo estimada por el INEI para calcular la inflación desde este año, la participación de Alimentos en Lima Metropolitana ha caído a 23%, lo que además podría estar generando una subestimación aún mayor en la inflación oficialmente reportada. El hecho de que en los últimos meses la inflación anual en prácticamente todas las ciudades del Perú -en las que el peso del rubro Alimentos es mayor- supere a la de Lima va en dicho sentido.
Tener presente al Índice ABC es especialmente relevante para el adecuado diseño de políticas sociales en un contexto como el actual, no solo en Lima sino -sobre todo- al interior del país. Así, en vez de aplicar medidas como duplicar el monto de subvención correspondiente a los beneficiarios de los programas Juntos, Pensión 65 y Contigo -como se ha hecho por única vez de manera extraordinaria en respuesta al incremento de la canasta tradicional y amplia de alimentos- se podría utilizar directamente el valor de la canasta ABC como referencia para futuras disposiciones de esta naturaleza. No hacerlo podría llevar a que la subida en los precios de ciertos alimentos tenga un efecto regresivo sobre todo en los segmentos socioeconómicos más vulnerables.
Ni el IPC ni el índice de su segmento tradicional de alimentos permiten operar medidas de compensación focalizadas y justas. En contraste, el Índice ABC cubriría gran parte de dicho vacío.