PAD, Universidad de Piura
El ser humano es un organismo complejo al que, además de otras habilidades, el Creador dotó de la capacidad de hablar. Es esta una de las cualidades que lo diferencian de otras criaturas complejas, como los primates. Sin embargo, estudios recientes han determinado que la habilidad de hablar no se debe a que el ser humano sea más inteligente que los antropoides. ¡Menudo golpe el que nos ha dado la ciencia! Por eso, si queremos demostrar superioridad, debemos pensar antes de articular sonidos, y conectarnos con nuestro cerebro para poder controlar lo que saldrá al exterior.
¿A qué viene todo esto? A que los gobernantes son muy propensos a hablar del futuro para exponer sus planes de gobierno, y lograr aplausos y adeptos. La aprobación del momento es el ingrediente ideal, la levadura que los infla de arrogancia. La astucia es la frutilla de la torta, que les permite ascender sigilosamente como la serpiente y, una vez arriba, dar el mordisco para envenenar a todos.
Buena parte de su discurso es un conjunto de promesas incumplibles, ya sea por desconocimiento de lo que se promete o por lo impropio o inmoral de la promesa. En el primer caso, es evidente la falta de responsabilidad, lo que es gravísimo en un gobernante. Y en el segundo, si existe conciencia de que lo que se ofrece es inviable, inadecuado o imposible de realizar, es aún más grave: no lo hará; ni siquiera tiene pensado intentarlo, no le importa. Entonces, se trata de mentiras, engaños, puras artimañas para embaucar a las personas. No les interesa la verdad. Y no digamos cuando se hace alarde de batallar contra la corrupción mientras que la propia vida personal es un dechado de vicios, de abusos, de ruindades.
Desafortunadamente, en el país han proliferado las dos alternativas. Por fortuna, aún hay quienes no bajan los brazos en la lucha para que esta situación se revierta.
Creo que ya hemos escuchado demasiadas promesas, y estamos cansados de ellas, de tanta mentira, de tanto embuste. Esto, que en política parece pan del día, también puede ocurrir con directivos inescrupulosos en el ámbito gremial o en el empresarial. Es muy fácil hablar y lanzar todo tipo de afirmaciones, jugando con la buena fe y la esperanza de la gente: “haremos”, “pondremos”, “estableceremos”, utilizando el plural mayestático para disimular la soberbia. Cualquier persona inteligente sabría descubrir el engaño.
¡Qué fácil se tima a las personas! Sí, al inicio; pero llega un momento en el que se descubre el engaño, y podría terminar, según dice la fábula, como el pavo real llegado a un gallinero: las gallinas admiraban su colorido plumaje, propio de un ser superior… pero, a la hora de la comida, el tal pavo comía como cualquiera, o más, con lo cual las gallinas descubrieron al fatuo personaje, emprendiéndolo a picotazos hasta dejarlo desplumado, en feo pellejo.
Qué importante es recordar siempre que el poder detentado ha de tener un motivo por el cual moverse: ¿el afán de poder, de riqueza?, ¿deseos de hacer o sincera intención de servir? Estoy convencido de que lo que esperamos de quienes nos gobiernan es aunque sea un mínimo de vocación de servicio, mucha humildad, conocer de qué se trata la integridad y tener claro que si no se puede hacer, no se prometa; si no se quiere hacer, no se engañe; si no se debe hacer, ni se diga ni se haga.