Vicepresidente Ejecutivo de Inversiones en Rimac Seguros
La población de la Tierra alcanzó, el quince de noviembre, los ocho mil millones de habitantes. En los últimos 120 años, la población se ha multiplicado por cuatro. Cada año nacen en el mundo cerca de 134 millones de personas –más o menos equivalentes a la población de Rusia, México o Japón. Al mismo tiempo, el número de muertes alcanza la mitad de los nacimientos y la población crece en 65 millones cada año.
Mientras la población se multiplicaba ocho veces, entre 1820 y 2020 el ingreso de cada poblador del mundo se multiplicó, en promedio, quince veces (descontando ya el efecto de la inflación). Estos números revelan el enorme bienestar económico generado a partir de la Revolución Industrial. También estas cifras revelan el enorme estrés al que se ha sometido al planeta en términos de la explotación de sus recursos naturales y del medio ambiente. El consumo de recursos se ha multiplicado 120 veces entre 1820 y 2020.
Pero este proceso no ha sido uniforme, hay regiones que se destacaron como los Estados Unidos, Australia, Nueva Zelanda y Canadá y vieron sus ingresos multiplicarse 21 veces. Otras, en particular los territorios africanos al sur del Sahara, se rezagaron mucho y vieron sus ingresos per cápita multiplicarse solo 4 veces. En 1820, un norteamericano promedio producía 3 veces lo que producía un poblador del África subsahariana. Hoy, el ingreso per cápita en Norteamérica es 15 veces el que prevalece al sur del Sahara.
No es de extrañar entonces, que la sostenibilidad del crecimiento económico y la búsqueda de soluciones para resolver la desigualdad existente ocupen lugares determinantes en la discusión económica. De hecho, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial han incorporado esos temas con muy alta prioridad en sus agendas para los próximos años.
Resolverlos es importante porque, de acuerdo con la mayor parte de proyecciones demográficas, la población debería seguir creciendo hasta, por lo menos, la segunda mitad de este siglo. Se espera que la población alcance un máximo entre los diez y once mil millones de habitantes hacia fines del siglo XXI. La mayor parte del crecimiento esperado en la población en el futuro debería ocurrir, justamente, entre la población del África subsahariana. Esta debería pasar de los mil trescientos millones a cuatro mil trescientos millones de habitantes. Este rápido crecimiento hará que la mayor parte de la población joven del mundo en 2100 provenga de esa región. Cinco de los diez países más poblados se ubicarán en esa zona y Tokio dejará de ser la ciudad más poblada para ceder su lugar a Lagos y a Kinshasa, las capitales de Nigeria y de la República Popular del Congo, cuyas poblaciones superarán los 80 millones.
En Asia, Europa y América Latina las poblaciones se reducirán y envejecerán. En particular, América Latina sería la región con edad más avanzada. En 2100, se espera que el poblador promedio de América Latina tenga 49 años; uno más que el europeo promedio y dos más que el norteamericano promedio. El poblador africano promedio tendrá 35 años en ese entonces.