Director ejecutivo CIES*
Así se titula el reporte que acaba de publicar la Fundación para los Desafíos Globales. Nos presenta un panorama de las peores amenazas para el planeta, identificando diez mega riesgos en tres categorías: peligros actuales de la actividad humana, catástrofes naturales y riesgos emergentes.
En el primer grupo se revisan las armas de destrucción masiva (nucleares, químicas y biológicas), el cambio climático catastrófico y el colapso ecológico. El segundo incluye las pandemias, los asteroides y las súper erupciones volcánicas.
La tercera categoría comprende la inteligencia artificial, la formación de un agujero negro cercano, la nanotecnología madura y la computación cuántica. Estos riesgos emergentes parecen ahora ciencia ficción, pero no olvidemos que hace solo cien años casi nadie preveía el cambio climático ni un eventual colapso de la biodiversidad.
Para cada riesgo, el reporte examina lo que está en juego, los factores determinantes del nivel de riesgo y qué hacer para mitigar esas amenazas. Además, los riesgos están interrelacionados, como por ejemplo el cambio climático con el colapso ecológico. Y existen puntos de inflexión de la acción humana, cuyo traspaso puede generar efectos irreversibles, no lineales y retroalimentadores de otros riesgos. Veamos dos ejemplos.
El cambio climático catastrófico estaría asociado a una elevación de la temperatura mundial mayor a los 3° C. Los gases de efecto invernadero (dióxido de carbono de la combustión de fósiles y metano de la ganadería) han subido desde 280 ppm (partes por millón) al inicio de la revolución industrial a 410 ppm ahora, generando un calentamiento de 1.2°.
En un escenario business as usual el calentamiento llegaría a 2.9° para el 2100, al borde de gatillar más frecuentes y severos huracanes, incendios forestales, desglaciaciones, grandes pérdidas de áreas costeras, flujos de refugiados, inseguridad alimentaria y extinciones masivas de especies.
Los esfuerzos actuales en el marco del Acuerdo de París limitarían el calentamiento a 2.4° hacia fines de siglo, y de implementarse la meta de emisiones cero, la cifra podría restringirse a 2°, todavía por encima de la aspiración de un incremento no mayor de 1.5°. La COP 26 de noviembre en Glasgow debería promover, no solo energía limpia, sino también mayor secuestro de carbono de la atmósfera.
Desde hace tiempo, la computadora es capaz de vencer al mejor jugador de ajedrez. Pero últimamente la inteligencia artificial (IA) se ha desarrollado vertiginosamente. Basta ver cómo Google puede traducir un capítulo entero en pocos segundos; y como ha mejorado la calidad de esa traducción. Sin embargo, hoy los algoritmos solo ejecutan tareas específicas, y carecen de la habilidad humana para una inteligencia general. Pero hacia el 2050 las máquinas podrían adquirir inteligencia artificial general. Y si lo hicieran de manera automatizada, nada nos garantiza que sus códigos de ética se alineen con los nuestros.
(*) Opinión personal.