Socio principal de Auler & Pinto Abogados
El Gobierno ha anunciado el interés de tres empresas en construir una planta petroquímica. Un grupo peruano-chileno, una empresa colombiana y una tercera norteamericana. Aunque sospecho cuáles son los grupos regionales, todos ellos de primera, me parece que estamos colocando la carreta antes que los caballos.
Este proyecto debe ponerse en la vitrina para ser ofrecido a las más grandes empresas del rubro petroquímico del mundo. El Gobierno debe emprender una campaña internacional para promoverlo. En lo inmediato debe convocar a un concurso internacional para seleccionar a una empresa con experiencia y prestigio, que asesore al Gobierno/ ProInversión en todo el proceso.
La idea de la petroquímica no es nueva. El gas de Camisea tiene una particularidad que hace muy atractiva esta industria: alrededor del 2% del gas que se extrae en Camisea es etano; el 98% es metano. Pocos países tienen tanto componente de etano en su gas. Otro regalo de “los dioses” en nuestra naturaleza. Mientras el metano es el insumo para la generación eléctrica y el uso industrial, residencial y automotor que nos beneficia, el etano es quemado hoy junto con el metano porque no se le ha encontrado otro uso. Pues bien, el principal insumo para una planta petroquímica es justamente el etano. La petroquímica monetiza el etano.
¿Por qué señalo que es un megaproyecto? Pues la inversión se estima entre US$ 5 mil millones y US$ 7 mil millones de dólares y, si se hace bien, no debería tener ningún tipo de aval financiero del Estado, ni de los usuarios eléctricos, como tenía el gasoducto sur peruano; debe ser puro riesgo del inversionista, con las garantías y seguridades propias de una inversión de esta importancia para el país.
Si llegamos a concretar este proyecto, el Perú se convertiría en un país clave de la región para el abastecimiento de fertilizantes y nitratos, importantes insumos para la agricultura y la minería, respectivamente. Hace unos años tuve la oportunidad de visitar Braskem en Brasil (antes que esta empresa fuera adquirida por Odebrecht). En nuestras discusiones, algunos temas quedaron claros y hoy siguen vigentes: (1) la planta debe tener una escala adecuada para competir internacionalmente. En opinión de los expertos, la petroquímica debe poder producir más de 1 millón de toneladas. Si la escala es menor, estaría condenada al fracaso. (2) La ubicación de la planta es crítica. Los países del sudeste asiático tienen petroquímicas sumamente eficientes. Si se construye la planta fuera de la cercanía de un puerto, no se podrá competir internacionalmente. (3) Hay muchos temas que deben ser resueltos con el operador de Camisea, pues al extraer el etano que hoy se quema con el metano, puede requerirse más metano en los diversos contratos para mantener el compromiso energético/calórico ofrecido.
Hace unos años, CFI de los EE.UU., Braskem de Brasil y Nitratos del Perú, entre otras empresas, estuvieron evaluando la posibilidad de hacer la inversión, aunque nunca se llegó a concretar nada. Uno de los temas no resueltos fue precisamente la ubicación de la petroquímica. Nadie va a invertir sin hacer un análisis profundo de la infraestructura que se necesita para poder competir internacionalmente.
El próximo año, con ocasión de la reunión APEC, cuya sede será el Perú, es muy probable que el presidente de China inaugure el megapuerto de Chancay. Si logramos avanzar con la idea del proyecto petroquímico bien diseñado y en vías de ejecución, este Gobierno estará dejando dos obras importantes que cambiarán positivamente la importancia geopolítica del país: una inaugurada y la otra bien encaminada.