Antonio Cevallos, gerente general de Fondos Sura
En los últimos años, los inversionistas han incrementado de manera importante su interés por invertir en activos alternativos. De hecho, según un estudio realizado por Towers Watson, los inversionistas institucionales más grandes del mundo ya tienen alrededor de 25% de su portafolio invertido en esta clase de activo, cifra que representa más del doble de lo que se registraba diez años atrás.
Antes de abordar el porqué de esta situación, recordemos brevemente los dos tipos de inversiones alternativas que existen. El primer tipo es el conformado por estrategias o vehículos que invierten en activos “no tradicionales”, como inversiones inmobiliarias, capital privado o infraestructura. El segundo, implica estrategias en inversiones “tradicionales” pero usando métodos no tradicionales, como pueden ser el tomar apalancamiento o “short selling” (vender un activo sin tenerlo).
Ahora bien, existen algunos factores importantes que han contribuido al crecimiento significativo de este tipo de inversiones en el mundo. Por un lado, están las condiciones actuales y expectativas futuras de retornos de los activos tradicionales. Por ejemplo, un portafolio 60/40 (60% bonos y 40% acciones) rindió alrededor de 10% anual entre el 2009 y 2018; sin embargo, se espera que esta cifra disminuya a 4.5% para los próximos diez años. Lo anterior se explica principalmente por el bajo nivel de tasas de la deuda pública y por las valuaciones elevadas de las acciones. Adicionalmente, la correlación entre bonos y acciones ha venido también en aumento en los últimos años. Esto quiere decir que los portafolios tradicionales son cada vez menos efectivos para minimizar el riesgo total de un inversionista y es necesario incorporar otra clase de activos para poder proteger los patrimonios en el tiempo.
En línea con lo anterior, los activos alternativos se han vuelto más atractivos para los inversionistas por sus características principales: mejores retornos esperados a largo plazo, poca correlación con las acciones y bonos, y mayores beneficios de diversificación. Desde luego, es importante tener en cuenta algunas consideraciones relevantes cuando se invierte en alternativos, como por ejemplo que los plazos de inversión tienden a ser más largos, son menos líquidos y, en algunos casos, se puede experimentar volatilidades de corto plazo.
De acuerdo a la evidencia, hacia delante, la tendencia será a que continúe el crecimiento sostenido de las inversiones alternativas. La necesidad de obtener mayores retornos de largo plazo para solventar pensiones (en un mundo donde cada vez las personas vivimos más), el crecimiento de la riqueza de los individuos, la mayor sofisticación de inversionistas naturales en esta clase de activo y la mayor oferta de esta clase de activos serán las principales fuerzas que sustentarán este crecimiento. Para ponerlo en cifras, en el mundo del manejo patrimonial a nivel global se manejan actualmente $4 trillones[1] y se espera que en los próximos años esta cifra se eleve a por lo menos $9 trillones a fin de satisfacer los objetivos de inversión de largo plazo.
Por supuesto, antes de invertir en esta clase de activos es imprescindible contar con la asesoría de un profesional de inversiones para que estas se adecúen a las necesidades y perfil de cada inversionista.
[1] Según un estudio de Oliver Wyman (2019)