En tiempos de regulaciones complejas, restricciones presupuestarias o intensas obligaciones de cumplimiento, los responsables de impuestos se ven obligados a hacer más con menos. En este contexto, automatizar e innovar son claves en el manejo del trabajo diario de planificación y reporte, y en el aporte a la estrategia corporativa.
Con la irrupción de la IA generativa (IAGen), las posibilidades de transformación de la función fiscal pueden alcanzar nuevos hitos aún no del todo dimensionados. Esta tecnología puede ser claramente un factor de mejora en la forma de administrar los impuestos, pero solo si quienes son responsables de los departamentos fiscales la entienden y pueden manejar razonablemente los riesgos que puede generar en las personas y los procesos.
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La IAGen juega un rol en la gestión del área tributaria de una empresa. Desde el análisis de los contratos, borradores de respuesta, planeamiento fiscal, automatización del trabajo diario y rutinario y el manejo de la controversia fiscal. Puede hacer más visible y accesible la data fiscal para generar conocimiento y significado, y permitirles a los tomadores de decisiones hacerse de una opinión bien informada. Y permite al decisor enfocarse en valor y riesgo en vez de tareas rutinarias.
Impacta también en los profesionales, pues supondrá además de un reentrenamiento, a lo mejor un cambio en el perfil del talento dedicado a la administración de la función fiscal para cuidarlos de la irrelevancia. El uso de la tecnología debería conducir a su aprovechamiento desde una mirada humana (de innovación y creatividad) en la cual el toque profesional sea imprescindible ya no en habilidades de análisis, sino en pensamiento crítico, estratégico y tecnológicamente bien informado.
En la medida en que la transformación avance y la IAGen se haga “mayor”, evolucionará también el tamaño y la naturaleza de los departamentos fiscales. De otro lado, continuará siendo clave para los responsables fiscales, tener claridad sobre la estrategia fiscal, las métricas con las que será medido el éxito de esta y el desarrollo de una hoja de ruta clara y accionable, con equipos capaces de tomar ventajas de la tecnología para agregar valor a la organización.
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Es sugerible al menos empezar a mapear procesos y funciones que pueden verse beneficiados con el uso de esta tecnología y/o impactados riesgosamente por su implementación, y empezar a probarlos en espacios controlados, tener claridad sobre el manejo de la data y su integridad, evaluar la capacidad profesional de los equipos y las necesidades de entrenamiento cambio, y medir el impacto de la resistencia cultural en la adopción de los cambios y trabajo futuro.
No puedo dejar de mencionar las barreras éticas con las cuales será necesario actuar en este nuevo ambiente de transformación, para el manejo de información sensible y confidencial como la tributaria. Mucho más por explorar. Esta es solo una milésima parte de los retos que nos tocará enfrentar desde ya.
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