Escribe: Martin Naranjo, presidente de la Asociación de Bancos del Perú.
Alejandro Magno, estratega extraordinario del mundo antiguo y creador de uno de los más grandes imperios de la historia, tuvo como tutor a Aristóteles. Aristóteles, a su vez, tuvo como tutor a Platón y Platón a Sócrates. En esos tiempos, la educación todavía no tenía objetivos de masificación y la transmisión de conocimientos era de tutor a aprendiz. Así se transmitía el conocimiento, y se heredaban y aprendían los diversos oficios. De manera importante, en esta relación entre tutor y aprendiz, el estilo de aprendizaje y el estilo de enseñanza tenían las mayores oportunidades de adecuarse el uno al otro, especialmente en cuanto a su propósito y su utilidad para la vida.
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En cambio, la educación pública masiva se desarrolló en respuesta a las crecientes demandas de las sociedades modernas recién a finales del siglo XVIII. Antes de esta transformación, la mayor parte de la población no sabía leer ni escribir. En la Europa occidental del Renacimiento, por ejemplo, menos del 20% de la población sabía leer y escribir.
El modelo de tutor y aprendiz dio paso a un modelo más parecido a una fábrica: un maestro para un número de alumnos, divididos por edades, en aulas, a determinados horarios, en secuencias de aprendizaje estandarizadas y preestablecidas. Las sociedades que más y mejor llevaron educación a sus pueblos lograron avances sustancialmente mayores y mejores. Lo que se perdió en personalización, en la adecuación entre estilos de enseñanza y aprendizaje y las consecuentes brechas de conocimiento individuales, fue mucho más que compensado por los efectos de la estandarización en la productividad agregada de las sociedades.
Aun así, tenemos casos de grandes innovadores, en la frontera del conocimiento en su momento, pero con mínima educación formal, autodidactas, como los de Benjamín Franklin (1706-1790) y Tomás Alva Edison (1847-1931). Franklin tuvo solamente dos años de educación formal. Edison casi no tuvo educación formal, pues fue educado en casa por su madre, que había sido maestra. La pasión por aprender los acompañó durante toda su vida. Ambos inventores valoraban inmensamente la educación, eran lectores voraces y aprendían mejor a través de la experimentación constante, a través de la interacción física con materiales y con sus equipos y otros expertos. Es razonable pensar que el modelo educativo tipo fábrica estaba lejos de ser el más adecuado para sus estilos de aprendizaje y las formas de resolver los vacíos en sus conocimientos. Naturalmente, cada uno aprende mejor mientras mejor se adecue la enseñanza a su estilo de aprendizaje.
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Personalización y masividad han sido incompatibles hasta ahora, pero, como nos muestra Salman Kahn en Brave New Worlds, su más reciente libro, con los avances tecnológicos en las comunicaciones y en las capacidades de procesamiento que estamos viviendo, especialmente en inteligencia artificial, hoy es posible pensar en tutores personales para cada estudiante, disponibles en todo momento para acompañar al ritmo de aprendizaje de cada uno. La tecnología actual, que como cualquier tecnología responde a la ampliación de nuestras intenciones, puede permitir tutores virtuales que conocen lo que sabemos y los que nos hace falta saber individualmente, tutores que pueden acompañarnos desde nuestros propios ritmos y estilos de aprendizaje a cubrir nuestras necesidades y brechas de conocimiento.
Como insiste permanentemente Jaime Saavedra, garantizar una enseñanza de alta calidad depende críticamente de la formación y capacitación continua de los maestros. En estos nuevos escenarios de innovación pedagógica, los maestros tienen un rol fundamental como mentores y facilitadores de los aprendizajes. La tecnología que hoy permite escalar personalizando y hacer llegar la mejor educación a todos en todo lugar tiene como base fundamental al magisterio. Los maestros son quienes lideran el proceso formativo, y quienes, gracias a la ayuda de una herramienta como la inteligencia artificial, podrán centrar su labor en la creatividad y en la irreemplazable interacción humana directa, potenciando al máximo al aprendizaje de todos sus estudiantes.
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Es urgente, por ello, que nuestros maestros tengan a disposición las herramientas, el entrenamiento y el soporte para explotar al máximo las posibilidades que hoy nos brinda la tecnología. Por eso es que la inversión en infraestructura, especialmente en infraestructura de comunicaciones, tiene que pensarse desde una perspectiva de inclusión. Nuestros maestros constituyen una red viva con una capilaridad extraordinaria que lo que debe lograr es portar y transmitir conocimiento cada vez más útil y relevante. Lo más importante para la inclusión es que esta red viva, utilizando los mejores métodos y tecnologías disponibles, llegue, haga contacto, escuche, entienda, cierre el circuito, transmita, y logre que aumente el conocimiento colectivo para así mejorar nuestro bienestar.
Desde la Asociación de Bancos del Perú venimos impulsando varios programas educativos tomando como eje las metodologías que sustentan la experiencia de aprendizaje de los cursos relevantes en casos aplicados para la vida. Así, nuestro programa Educación Financiera en tu Cole ha sido recientemente premiado por IPAE. Desde la Asociación de Bancos del Perú nos comprometemos a seguir contribuyendo a la mejora de la educación en el Perú a través de la implementación de las metodologías pedagógicas más avanzadas y su integración con las tecnologías de punta.
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