Ex ministro de Transportes y Comunicaciones
La logística marca el desarrollo de un país, máxima que parecen no entender algunos ilustrados economistas, para quienes todo desarrollo de infraestructura lo ven como gasto y no como inversión (gasto inicial que te produce rentas muy superiores en el tiempo).
Por ello se oponen a cualquier esfuerzo por crecer como país, aún teniendo las posibilidades que tiene nuestro querido Perú, con un alto índice de ahorro (para los momentos de crisis), entonces, hay que avisarles a estos señores, que estamos en crisis con una inversión privada estancada o en retroceso, con una población económicamente activa que no encuentra reflejo en el crecimiento país para que le permita buscar o crear trabajo digno y estable, lo que repercute en el incremento de la inseguridad ciudadana, convirtiéndose así en un circulo vicioso.
Entonces, la única ventana de salida es la inversión pública, no el gasto público, como mal vienen implementando, por ejemplo, con la repartición de bonos, que ningún retorno tienen al desarrollo del país a mediano o largo plazo (no les des pescado, ayúdales a pescar, nos enseñaron en la catequesis).
Así, las grandes obras que ayudarían a la logística nacional, están paralizadas o marchan extremadamente lento, lo peor es que, en algunos casos, esta desidia va a terminar malogrando los pocos esfuerzos privados por mejorar nuestra competitividad respecto a otros países vecinos.
Ejemplos sobran, los corredores logísticos del programa Proregion, recién están volviendo a tomar impulso (tres años después) para ayudar a los productores y consumidores a nivel nacional; pero la Línea 3 y 4 del Metro de Lima siguen dando vueltas sin aterrizar en la realidad, lo mismo los trenes de cercanías Lima-Ica o Lima-Barranca; mientras la muy atrasada Línea 2 no logra salvar inconvenientes burocráticos (municipales y ministeriales) para ir a mayor velocidad.
Lo mas preocupante es la falta de decisión en proyectos de soporte a grandes inversiones privadas como los muelles norte y sur del callao (en plena ampliación de capacidad), el puerto de Chancay (la gran oportunidad de usar esa puerta y ruta de conexión con los países como Japón, Corea, China, Tailandia, Singapur, etc.) y la ampliación del aeropuerto Jorge Chávez, que junto con el de Chinchero, nos abrirán la posibilidad de aumentar la gran industria turística nacional, siempre que tengan infraestructura de soporte que brinde la comodidad y eficiencia para sus accesos (competitividad).
En Chancay no se está preparando el soporte vial (no hay tren y la Panamericana Norte está saturada), pero tampoco en lo urbanístico social (colegios, centros de salud, agua, desagüe, viviendas, etc. para la gran población que va a migrar en búsqueda de oportunidades laborales en las actividades portuarias o de soporte).
Peor será el caso de los muelles del Callao, que a la fecha generan gran congestión. Imaginemos cómo será cuando amplíen su capacidad 50% más. Las soluciones están identificadas desde hace años, pero no se implementan por falta de decisión política (desconocimiento, más que desinterés).
En esa misma inercia están las líneas 3 y 4 del metro de Lima, o el Anillo Vial Periférico, paralizadas inexplicablemente hace casi tres años y que ayudarían a la movilización de casi la mitad de la población de Lima y Callao) y en el caso del ferrocarril Chosica-Lima-Callao (existente y que llegaría hasta los muelles del Callao), también beneficiaria a la población de Lima Este para su movilidad y para consolidar el desarrollo industrial de la zona (más fuentes de trabajo).
Caso especial es el del aeropuerto Jorge Chávez, cuya única salida va a ser, inexplicablemente, a través del famoso puente Santa Rosa, que nunca se termina de adjudicar y que no estará listo cuando opere el nuevo terminal (en pleno proceso de construcción).
Acá, tercamente se insiste en tener una única salida por un puente diseñado para un flujo determinado por la capacidad del nuevo terminal, pero ya hemos visto que el crecimiento del flujo de pasajeros ha sido muy superior a lo previsto y aun que se cumpliera dicha previsión durante los años de concesión, ¿qué va a pasar después, cuando siga creciendo? Es más, el diseño no recoge los flujos en horas punta, lo cual va a causar gran congestión e incomodidades, ahuyentado al turismo.
La solución también está ahí, se debe conectar subterráneamente los dos terminales (el nuevo y el antiguo e incluso prolongar hasta la estación de la Línea 4 del Metro en la avenida Faucett), dando así la posibilidad a los turistas de llegar o salir por dos rutas, además de poder usar, en el futuro, el antiguo terminal para cuando la demanda lo requiera, sea durante la concesión o después de ella.
¿Vale la pena invertir en ello? claro que sí, no es un gran monto y se puede hacer renegociando con el concesionario; pero el momento ideal es ahora, que la pista 1 esta en mantenimiento y se esta usando solo la nueva pista 2. Similarmente la conexión Chinchero-Cusco-Urubamba sigue durmiendo el sueño de los justos; ni hablar del acceso a Choquequirao.
Como dice la canción de Rubén Blades, “decisiones”, señores del gobierno, para eso están ahí.