Escribe: Carlo León, gerente de Renta Fija de Prima AFP
Aunque a menudo se considera un tema técnico y distante, la inflación es un fenómeno que incide profundamente en la política y, por ende, en los resultados electorales. Un ejemplo reciente de su impacto se vio en Estados Unidos, donde la inflación fue un eje central durante las elecciones. Aunque los niveles más altos de inflación han quedado atrás gracias a los esfuerzos de la Reserva Federal (FED) por contenerla, la persistente pérdida de poder adquisitivo continúa generando malestar en las familias americanas.
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La intervención de figuras políticas, como la del presidente electo Donald Trump, quien trata de influir en las decisiones de la FED, no solo socavó la credibilidad de las instituciones, sino que jugó un papel clave en la derrota de los demócratas en las elecciones recientes. En este escenario, la inflación se convirtió en un tema económico sensible que alimentó la desconfianza de los votantes, quienes percibieron que la administración actual no estaba gestionando de manera adecuada los desafíos económicos del país.
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En contraste, en América Latina, el Perú ha sido un ejemplo brillante de cómo una política monetaria responsable puede enfrentar con éxito las presiones inflacionarias. A pesar de que en el 2022 el país experimentó una inflación superior al 8%, logró reducirla a alrededor del 2% para este 2024, gracias a un enfoque disciplinado y coherente de la política monetaria. Este descenso es notable, sobre todo, considerando el contexto de alta incertidumbre global.
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De hecho, el Perú ha logrado mantener una inflación de un solo dígito durante más de 27 años, lo que refleja la estabilidad de su política económica a lo largo del tiempo y su capacidad para navegar desafíos tanto internos como externos, estableciendo un récord histórico en América Latina.
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No obstante, el control de la inflación no es solo una cuestión económica, sino también un pilar de la estabilidad social y política. En tiempos de volatilidad económica, como los que atravesamos, una inflación alta puede agudizar la polarización social y erosionar la confianza en las instituciones. Cuando las políticas económicas son percibidas como motivadas por intereses políticos de corto plazo, el riesgo de desestabilización se vuelve más palpable. Este fenómeno fue claramente evidente en Estados Unidos, donde la inflación alimentó el descontento social y, en última instancia, alteró el curso de las elecciones. Si esto sucedió allí, ¿por qué no podría repetirse en Perú?
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En un mundo cada vez más interconectado, con crisis globales que parecen multiplicarse, la inflación sigue siendo un factor decisivo que influye tanto en los resultados electorales como en la confianza de los votantes. En este sentido, lo que comienza como un problema económico puede convertirse en un desafío político de dimensiones incalculables. La inflación no es solo una cifra en un informe económico, es un termómetro del bienestar social y, en última instancia, de la estabilidad política.
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