Economista
Un asunto económico, en mi opinión, poco revisado y, menos, analizado en perspectiva, es el referido a la inflación. Tasas hoy altas y previstas a retornar a niveles dentro del rango de inflación previstos por el BCRP, recién ocurriría en el 2023. Falta un montón de tiempo y muchas cosas pueden pasar en el ínterin. Veamos algo de esto.
¿Qué está pasando con la inflación local? La política monetaria que implementamos desde el Directorio del BCRP desde el 2002 se basa en el esquema de Metas Explícitas de Inflación, donde el BCRP anuncia una meta de inflación anual de 2% más menos 1, así que la inflación debería estar entre 3% y 1% anual. La idea es que los agentes ajustaran sus precios alrededor del 2%, funcionando esta meta como una suerte de “ancla de expectativas”.
Para lograr que se cumpla la inflación proyectada, la tasa de interés de referencia incidirá en la tasa de interés interbancaria y de allí en el costo del crédito, afectando a los componentes del gasto, actuándose así para enfrentar la inflación por demanda. Cuando la inflación es por un choque adverso de oferta (subida de costos) poco podría hacerse eficientemente, dado que el BCRP no tiene injerencia sobre los costos de materias primas como viene ocurriendo a la fecha. Aun así, con aumentos sostenidos de la tasa de interés de referencia se puede generar sustantivos encarecimientos del crédito que contraerán el gasto en tal magnitud que ineficientemente reducirá la demanda “a la mala” con un costo importante en términos de actividad económica, como viene pasando hoy.
¿Qué tan severa es la inflación local? A febrero, la inflación anualizada fue 6.15%, más del doble del límite establecido de 3%; inflación que responde a incrementos importantes en precios de insumos importados y otros factores. Solo en lo que va del año, el precio del trigo se elevó 39 %, maíz 26.8%, aceite de soya 15.5%. A esta viada de alzas desde el año pasado se suma una sostenida alza de fletes marítimos y del dólar en el 2021.
La tendencia inflacionaria se complica cuando la inflación anualizada sin los volátiles precios de alimentos y energía fue 3.26% en febrero, con expectativas de inflación a doce meses de 3.73%. Vista la inflación desde varios planos y estando desde hace una buena cantidad de meses por encima del 3% (a pesar de sostenidos incrementos de hace varios meses de la tasa de interés de referencia), sin duda que debería ser de especial atención, más aún cuando alzas de precios -dados salarios nominales contractualmente definidos- conducen a salarios (reales) que tienen menor poder de compra.
Lo anterior no quita el reconocer que hay factores exógenos adicionales a considerar. Saliendo de la pandemia, se han dado generalizadas políticas monetarias expansivas en el mundo, buscando abaratar el crédito y aumentar la demanda y el PBI, que se han constituido en focos de inflación, en medio de una aún débil recuperación de la actividad económica mundial, dados los cuellos de botella de la oferta global de bienes y servicios e incertidumbre, producto de no saber cuán rápido se revertirán los estímulos monetarios en las economías desarrolladas. A eso se adicionan recientes conflictos internacionales e incertidumbre en la recuperación de la economía mundial y presiones al alza en los precios de commodities.
En esta relatoría de complicaciones destaca el inicio de lo que sería una secuencia de ajustes de la tasa de interés de referencia por la Reserva Federal de los EE.UU., dada una inflación anualizada de 7.8% -la más alta en los últimos 40 años-. Así, recientemente aumentó su tasa en 25 puntos y anuncia otras alzas durante el año, para acercarse al 1.87% este año y 2.75% en el 2023. La medida concreta del pasado miércoles es más restrictiva por los anuncios que la acompañan, cuando en la práctica se abandona la denominada nueva estrategia de política monetaria, que la Fed aprobó en octubre del 2020, en la que se prefiguró que no subiría las tasas hasta el 2024.
Otro factor de incertidumbre es que el ciclo económico norteamericano presenta mayor nivel de madurez que el de la zona euro: la inflación (febrero) 7.9% vs. 5.8%, desempleo (enero) 6.8% contra el 4%, y el aumento del PIB en el 2021 5.7% contra el 5.2%. Con ello, la eurozona tendría mayor resiliencia, y entonces ¿cómo esta asimetría influenciaría en variables como la tasa de interés internacional, la inflación externa, los tipos de cambio reales o la dinámica del comercio internacional, flujos de capitales?
Como vemos, este asunto de la futura dinámica de los precios y sus determinantes debería ir más allá que solo esperar al 2023.