(G de Gestión) He escrito antes sobre el gran impacto que tiene la calidez para avanzar en nuestra vida profesional. Y, con la certeza que me da el privilegio de trabajar con tantas personas que tienen carreras muy satisfactorias, afirmo que la calidez es clave para influir, impactar y liderar, y, con ello, destacar en el mundo del trabajo.
Muchos estudios publicados confirman el poder “secreto” de la calidez para que los demás confíen en nosotros. Y es que, cuando las personas nos brindan su confianza, nuestra capacidad de influir en ellos ―de liderarlos, de ser el caso― crece exponencialmente. Esa confianza que nos ganamos es la que hace que los otros quieran y puedan escucharnos, y, muy importante, que nos abran las puertas de su mente, e incluso, positivamente, de sus corazones.
Pero observo que muchas personas no han descubierto aún el secreto de la calidez en sus relaciones interpersonales, y menos en las de trabajo. Desconfían de que algo tan soft pueda generar impactos tan importantes en sus carreras. Así, equivocadamente tratan de impresionar primero por su talento, su capacidad intelectual, su dedicación o su experiencia para probar que son muy competitivos o que están a la altura de las expectativas de los demás, en vez de buscar llegar a ellos a través de la confianza que la calidez origina.
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Con esa forma equivocada de abordar a alguien, mantienen su atención focalizada en sí mismos, en sus intereses e intenciones, y no en dar a los otros atención, aceptación y aprobación tácita. No se muestran abiertos, sinceros, sencillos, humildes, cercanos o transparentes, ni tampoco amistosos y sonrientes. Y terminan, sin querer, pareciendo muchas veces fríos, distantes, soberbios y hasta arrogantes, y en sus relaciones no se genera ese “clic” que abre todas las puertas.
El reto es, entonces, mostrar nuestro lado más humano y cercano, con apertura y calidez genuinas y honestas. Es también tener un lenguaje corporal ―el que empieza con una sonrisa amplia y sincera, entre otros gestos― que indique claramente que las personas que tenemos al frente “nos gustan”, que las aceptamos y aprobamos, y que confiamos en ellas primero, por delante y a priori.
Si nosotros damos el primer paso, por la ley de la reciprocidad los demás confiarán en nosotros con más facilidad, y con esa confianza vendrá también su disposición para aceptarnos a nosotros y a aquello que vayamos a decir o proponer.
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Entiendo que es un reto para muchos manifestar su calidez y apertura primero, especialmente cuando la otra persona aún no muestra las suyas o, incluso, la sentimos fría o distante. Abrirnos y ser cálidos primero requiere de coraje y seguridad personal. Pero el efecto es muy positivo y trascendental para nuestra carrera, calidad de vida, imagen y reputación, y para nuestra capacidad de influir y liderar. Ese es el secreto de la calidez en el trabajo y en la vida personal. Y, además, ¡en interacciones cálidas y sinceras todos ganan!
Presidente LHH DBM Perú & LHH Chile y autora de Usted S. A. (21 ediciones). Ha figurado en el top 15 Merco durante 8 años consecutivos. También es LinkedIn Top Voice, speaker, directora de empresas y ONG, y presidente de The SafeStorage Co.
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