Consultor y Profesor en Gestión del Talento de Pacífico Business School
¿Qué se entiende por incompetencia? La incompetencia es la carencia del nivel necesario de actitudes, conocimientos y habilidades requeridos para desempeñar un determinado rol. En el ámbito organizacional, y referido a posiciones de liderazgo, significa la falta de habilidades requeridas para gestionar personas.
En primer lugar, una organización con una gestión profesional del capital humano no debería promover a una persona a una posición de liderazgo sin tener la capacidad para un desempeño efectivo en este tipo de roles. Sin embargo, puede pasar que por un descuido de gestión de personas se promueva a alguien como líder por otros motivos, como, por ejemplo: haber tenido un alto desempeño en otras posiciones, lo cual no garantiza también un alto desempeño en roles de liderazgo. Este es el caso de cometer el error de promover como líder de ventas al mejor vendedor, que seguramente tiene las competencias para serlo, pero no necesariamente para gestionar personas, que es la responsabilidad principal de un líder, o puede ocurrir que en la empresa exista la falsa creencia que alguien con carisma o extroversión va a ser siempre un buen líder.
Para identificar a un líder que no cumple los requisitos, hay varios síntomas que se deben de tener en consideración, como ser el bajo nivel de compromiso de sus colaboradores, alta tasa de rotación o mal clima laboral en su área. Otra cosa que sucede es que suelen ser personas que no generan talento en la compañía, justamente porque al no ejercer el liderazgo no desarrollan a otros.
Sin embargo, ¿qué se hizo mal en la empresa para que una persona incapacitada llegue a un puesto clave de liderazgo? Lo que suele pasar en estos casos es que la empresa no desarrolla una cultura de liderazgo, es decir, existe la creencia, por parte del número uno de la organización en primer lugar, y luego por parte de todos, de que la responsabilidad principal de un líder es ocuparse de la gestión y el desarrollo de las personas.
Entonces, los mismos jefes son quienes eligen de manera errónea a las personas para otros puestos de liderazgo. Es decir, cultura y liderazgo son dos caras de la misma moneda; el tipo de cultura favorece cierto tipo de liderazgo y los mismos líderes son quienes sobre todo moldean y crean determinada cultura.
La principal consecuencia es el bajo nivel de compromiso de los colaboradores, lo que a su vez ocasiona la disminución de los niveles de desempeño, y con ello la caída de los resultados del negocio.
Entonces nos preguntamos, ¿un incompetente puede cambiar? Claro, puede cambiar si quiere. El aspecto actitudinal es trascendental para que la persona decida verdaderamente cambiar. El cambio puede comenzar desde dos aspectos: el personal, es decir a partir de la voluntad del propio sujeto; y por otro lado desde el organizacional, que ocurre cuando la empresa decide crear una cultura de liderazgo, lo que implica en realidad una transformación en la manera en cómo se piensan las personas y el negocio. Este último cambio es hoy el desafío para muchas empresas, que todavía no tienen cultura de liderazgo, porque es el que definitivamente desarrolla líderes que pueden crear organizaciones sostenibles.